Por: Du­rruty de Alba (Mé­xi­co).

Ese dinámico ambiente cultural encontró en dos hombres de ciencia a sus principales impulsores. Ellos también contribuyeron decisivamente en la formación de Francisco José de Caldas. El reconoce, en primer lugar, que la obra de Jorge Juan [y Santacilia], Observaciones astronómicas, le proporcionó alientos en su juventud al reforzar sus inclinaciones científicas, pues fue un rayo de luz dentro de la oscuridad de Popayán.

Alberto Saladino; Dos científicos de la ilustración hispanoamericana: J.A. Alzate y F.J. de Caldas, CCDEL-UNAM/UAEM, México (1990), p. 162

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El estimado doctor Alberto Saladino García, profesor-investigador de la Facultad de Humanidades en la Universidad Autónoma del Estado de México, con su ya clásico libro Dos científicos de la ilustración hispanoamericana: J.A. Alzate y F.J. de Caldas, pionero en los estudios de historia de la ciencia en México, fundamenta en su erudita investigación el concepto de “Ilustración hispanoamericana” y al efecto analiza los casos de dos precursores de la misma, el novohispano José Antonio de Alzate y Ramírez (1737-1799) y el neogranadino Francisco José de Caldas y Tenorio (1768-1816).

Reinstaurado en 1739 el Virreinato del Nuevo Reino de Granada cuya extensión territorial comprendía los actuales países de Colombia, Venezuela, Ecuador, Panamá y Guyana, es donde nace el 4 de octubre de 1768 en el poblado de Popayán (ahora capital del Departamento del Cauca, Colombia) quien llegaría a ser el sabio de filiación federalista Caldas, que si bien tuvo una vida breve pues falleció fusilado por la espalda a la edad de 48 años el 28 de octubre de 1816 a manos de las fuerzas centralistas, dejó una impronta en la sociedad neogranadina por sus estudios de la naturaleza.

(Foto: Biblioteca Digital AECID)

Escrito por los capitanes de fragata Jorge Juan y Santacilia (1713-1773) y Antonio de Ulloa y de la Torre-Guiral (1716-1795) de la Real Armada de su Majestad Carlos IV de España el libro Observaciones Astronomicas, y Phisicas hechas de Orden de S. Mag. En los Reynos de Perú… De las Quales se Deduce la Figura, y Magnitud de la Tierra, y se Aplica a la Navegación (Madrid, 1748) fue la inspiración del joven Francisco José para dedicar su vida a la investigación de la naturaleza; quien esto escribe acaba de revisar sucintamente un ejemplar de dicho título en el Archivo Histórico del Palacio de Minería en la Ciudad de México, y he quedado muy impresionado por el excelente estado de conservación del ejemplar, que si no viera la fecha de impresión juraría que acababa salir de las prensas; hace años pude estudiar otro ejemplar en la Hill Memorial Library de la Louisiana State University, ahora gracias a los esfuerzos para digitalizar acervos su puede consultar el ejemplar resguardado en la Biblioteca de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y que perteneciera a la Biblioteca Real (https://bibliotecadigital.aecid.es/bibliodig/es/consulta/registro.do?control=ES-MAAEC20141046379).

(Foto: Durruty J. de Alba M.)

En la reciente Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara en el pabellón de las editoriales oficiales y universitarias de Colombia pude hacerme de un muy sobrio libro dedicado a Caldas: Estudios Caldasianos: ciencia y nación. A 250 del natalicio de Francisco José de Caldas (Universidad del Valle-Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Cali, 2020) editado por el doctor Germán Guerrero Pino, profesor titular en el Departamento de Filosofía de la Universidad del Valle; precisamente sobre las cuestiones astronómicas -el tema que nos interesa y convoca- se dedica la parte cuarta de seis en que está estructurada la obra, integrada por los trabajos “¿Era imposible ser astrónomo en América, siglo XVIII?” de Luz María Duque Martínez, “La astronomía en Caldas: Una imperiosa necesidad de mejorar la carta geográfica del virreinato” por José Gregorio Padilla y “Francisco José de Caldas: La vigencia de un observador común” escrito de John Wilton Appel.

El primer observatorio astronómico del continente americano

En la ciudad de Bogotá se conserva el primer observatorio astronómico de nuestro continente (https://ogabogota.unal.edu.co/predios/observatorio-astronomico-nacional/), construcción ahora administrada por la Dirección de Patrimonio Cultural de la Universidad Nacional de Colombia, fue mandado a construir en 1801 por José Celestino Mutis y Bosio (1732-1808), establecimiento cuya dirección asumiría Caldas en 1805 luego de ejercer de mercader en “caminos de herradura” por cuyas travesías aplicó el conocimiento práctico de la astronomía y se fue develando como dedicado observador.

(Foto: Durruty J. de Alba M.)

En la parte 6, “Caldas: contexto social, político y cultural” el artículo “El legado de Caldas en la escuela” escrito por Luis Enrique Londoño Aguirre y Luis Gerardo Marín Peña reseña el proyecto pedagógico en el cual están involucrados los autores que permite rescatar las aportaciones del erudito neogranadino al “visibilizar y recrear desde la observación, descripción y experimentación en astronomía, meteorología y climatología los aportes dejados por el sabio Caldas”, así uno de los ejercicios involucra la construcción y operación de un lunario artesanal para entender las fases de la Luna y el calendario lunar.

Las experiencias reseñadas sirvan de inspiración para que en nuestros diferentes países rescatemos y visibilicemos las obras y aportaciones de los personajes cuyo trabajo amplió el conocimiento científico de la naturaleza.

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Du­rruty de Je­sús de Alba Mar­tí­nez es li­cen­cia­do en Fí­si­ca ads­cri­to al Ins­ti­tu­to de As­tro­no­mía y Me­teo­ro­lo­gía (IAM) de la Uni­ver­si­dad de Gua­da­la­ja­ra (UdeG), de­di­ca­do a la di­vul­ga­ción e his­to­ria de la cien­cia. Des­de 1990 es­cri­be so­bre di­chos te­mas en dis­tin­tos me­dios de co­mu­ni­ca­ción de Ja­lis­co, Mé­xi­co. Es miem­bro de la So­cie­dad Me­xi­ca­na de Fí­si­ca, la So­cie­dad Me­xi­ca­na de His­to­ria de la Cien­cia y la Tec­no­lo­gía, del De­par­ta­men­to de Es­tu­dios His­tó­ri­cos de la Ar­qui­dió­ce­sis de Gua­da­la­ja­ra y de la Red Me­xi­ca­na de Pe­rio­dis­tas de Cien­cia.