México.
Estos son los paisajes y sonidos de una región única, la Reserva de la Biosfera de los Tuxtlas en Veracruz. Su relieve está originado por eventos volcánicos de hace 30 millones de años, su ubicación cerca del mar.
Así como su posición respecto a los vientos húmedos del Golfo de México, han desencadenado la presencia de un Edén con gran variedad de suelos, microclimas, hábitats y formas de vida.
En este mosaico se encuentra la última selva tropical húmeda, siempre verde hacia el norte del continente americano. Aloja una notable diversidad biológica combinación entre la fauna y la flora de Norteamérica con la de Centro y Sudamérica.
Aquí, en una de las zonas más lluviosas del país, habitan poco más de la décima de las especies de plantas conocidas en México, en una composición de diferentes tipos de vegetación como selva húmeda, bosque de niebla y manglar. Cerca de 200 especies de hongos dejan ver sus cuerpos fructíferos portadores de sus esporas.
Es hogar de poco más de 470 especies de aves, cerca del 50% de las que hay en el país. La mitad de estas migratorias. Hay 117 especies de mamíferos, 118 de reptiles, 44 de anfibios, y se han registrado más de 2.500 especies de insectos.
El Instituto de Biología de la UNAM fundó la Estación Biológica Tropical Los Tuxtlas en 1967, con el fin de conocer mejor a los organismos que viven en las selvas tropicales de México, así como la dinámica de estos ecosistemas.
Es un laboratorio vivo donde se estudia qué especies están presentes, cómo se comportan y las interacciones entre ellas y su entorno. Los numerosos proyectos de investigación han convertido a esta región en una de las más estudiadas y conocidas del país.
Desafortunadamente, desde finales de los 70 y hasta los 90, la zona sufrió una gran deforestación. Se crearon potreros y pastizales, dejando solo unos cuantos fragmentos de vegetación nativa.
Más de 6.500 hectáreas de bosques y selvas desaparecieron, equivalentes al 75% de la vegetación que cubría este paisaje. Esto representó una grave pérdida de biodiversidad, pero también un daño a otros servicios del ecosistema.
Este territorio contribuye a la regulación del clima al favorecer las condiciones para que llueva durante todo el año. Mucha de esta agua la almacena, siendo la principal fuente de abastecimiento de los poblados cercanos y capta grandes cantidades de carbono provenientes de las industrias del sur de Veracruz.
La enigmática belleza de sus paisajes naturales ha atraído a visitantes que contribuyen a la economía local.
Actualmente, existen diferentes estrategias de conservación en la región y grupos de pobladores que se han comprometido a proteger su entorno natural. La región de los Tuxtlas es un tesoro natural, único e invaluable.
Es nuestra responsabilidad que todo lo que allí vive permanezca y así seguir admirando las maravillas de la naturaleza.
Por DGDC.
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