Mientras las regiones clasificadas como de bajos ingresos sufrieron reducciones de 6,7 por ciento en su Producto Interno Bruto  per cápita debido a las olas de calor extremo, las más ricas solo redujeron en 1,7 por ciento.

Así, un estudio publicado en Science Advances, observó que las olas de calor extremo provocadas por el cambio climático, afectan de manera desigual a la economía de los países que se encuentran a lo largo de los trópicos, que son también aquellos con menores recursos, mayores temperaturas y que menos contribuyen a la emisión de gases de efecto invernadero.

En América Latina, los investigadores destacan a países como Ecuador, Perú, Venezuela y Brasil por su vulnerabilidad. Respecto a este último estiman que, entre 1992 y 2013, las pérdidas provocadas por el incremento de la temperatura podrían ascender a US$ 39 billones acumulados. El impacto en todo el planeta en ese mismo lapso se promedia en US$ 16 trillones.

Christopher Callahan, autor principal de la investigación, explica que los países tropicales son los más afectados debido a que estas regiones “son muy cálidas de por sí, por lo que incluso un poco más de calor las puede llevar a temperaturas muy riesgosas”.

Durante su investigación analizaron los efectos económicos de los 5 a 6 días más calurosos en cada región. Para esto, recopilaron información sobre indicadores como la productividad agrícola, que es especialmente relevante para países que dependen de esa actividad.

“Pero el calor extremo tiene un amplio espectro de consecuencias que de alguna forma son más sutiles: los accidentes en el trabajo incrementan, las personas sufren insolación y tienen que ir al hospital, se deshidratan, la capacidad de concentrarte se reduce”, detalla Callahan.

«El cambio climático, un problema del presente»

Las olas de calor son un fenómeno meteorológico natural, sin embargo, otro de los hallazgos del estudio es que estos períodos de calor están incrementando su temperatura debido a las actividades humanas.

El investigador de la Universidad de Dartmouth en Estados Unidos explica que la posibilidad de registrar los impactos de este incremento en la economía “ha revolucionado la habilidad para decir que el cambio climático es un problema del presente”.

Añade que decidieron estudiar el calor extremo por ser uno de los efectos más tangibles de la crisis climática mundial: “Sales de tu casa, sientes el calor y piensas ‘esto se siente como calentamiento global’”.

Callahan advierte que sus estimaciones sobre el efecto del cambio climático en regiones como África están muy subestimadas. Esto se debe a que, “de muchas maneras, la disponibilidad de la información es un reflejo de la desigualdad”.

Este es un problema que también comparten los países de América Latina y el Caribe. Bruno Souza, economista brasileño que no participó en la investigación, relató que cuando quiso estimar los efectos del calentamiento global en su país se encontró con una falta de modelos climatológicos específicos para su región.

“Cuando estaba haciendo mi investigación tuve que usar modelos globales. Pero si vas a Estados Unidos hay modelos específicos calibrados para su economía […] Antes de hablar de cambio climático como tal, las mediciones del cambio climático ya son desiguales”, relata el doctor en economía por la universidad de Warwick en Reino Unido.

Pese a estos retos, Souza considera que los resultados de su investigación publicada en el 2021 son consistentes con los obtenidos por Callahan. Aunque aclara que seguramente sus estimaciones se quedarían cortas debido a la aceleración del calentamiento global.

Pérdidas más allá del ámbito económico

Además de la falta de datos de calidad en el Sur Global, Callahan añade que una ola de calor extremo provoca pérdidas más allá del ámbito económico: “especies y animales que le importan a las personas de formas que no aparecen en nuestros datos económicos”.

Souza considera que desde regiones vulnerables como América Latina, África, las islas del Pacífico y el Sureste Asiático, por ejemplo, se puede “compartir conocimiento con otras partes del mundo sobre cómo adaptarse” a calores extremos.

Por su parte, Callahan aconseja que las ciudades adapten su infraestructura a las altas temperaturas. Implementando, por ejemplo, sistemas de alerta temprana o transformar temporalmente algunos espacios comunitarios en centros para refrescarse.

Por: Roberto González en Scidev Latinoamerica y el Caribe.