La deforestación  a causa de la minería se produce mucho más allá de los límites del área concesionada. El alcance total de los impactos ambientales es subestimado y poco tomado en cuenta, advierte un artículo publicado en la revista PNAS.

Según el estudio, 3.264 km2 de selva tropical se perdieron directamente debido a la minería industrial, donde el 80% de la pérdida se produjo en sólo cuatro países, dos de ellos latinoamericanos: Indonesia, Brasil, Ghana y Surinam.

Solo Indonesia fue responsable de 58% de la deforestación tropical causada directamente por la actividad (1.901 km2), debido a la extracción de carbón.

Brasil representa 10% de la pérdida directa de bosques tropicales relacionada con el sector (327 km2), provocada  por la extracción de mineral de hierro y oro. En tanto, la extracción de bauxita y oro ha impulsado la deforestación en Ghana y Surinam. Estos últimos se encuentran  en tercero y cuarto lugar en el ranking del nuevo estudio.

Uno de los autores del estudio, el geógrafo Anthony Bebbington, profesor de ambiente y sociedad de la Escuela de Geografía de la Universidad de Clark (EEUU), dice que aunque el impacto de la deforestación por minería industrial es pequeño en comparación con la agricultura, es importante evaluar sus efectos para aumentar la atención sobre el sector.

“Si bien la minería industrial no es el principal impulsor de la deforestación debe ser parte de la ecuación. En los próximos 20 años se necesitarán muchos más minerales para las tecnologías de energías renovables, como el cobre, el litio y el níquel. Si no se hace nada, la minería tendrá un impacto cada vez mayor en la pérdida de bosques”, advierte.

Sobre los hallazgos

Además de la pérdida forestal directa, que ocurrió dentro del área autorizada para la actividad industrial, los investigadores también analizaron la deforestación fuera de los lugares designados. Esta fue inducida principalmente por la infraestructura de acceso.

Así encontraron que en 18 de los 26 países investigados hay mayor deforestación cerca de las minas. Por lo tanto, los expertos estiman que por cada metro que se expanda la mina habrá kilómetros de pérdida de bosque adicional. 

Aunque fueron más visibles en Brasil e Indonesia, estos efectos también se observaron con  intensidad en países como Guyana, Colombia, Congo, Gabón y Zambia.

“Los impactos indirectos varían entre países. Con este estudio también queremos mostrar que esos impactos son significativos”, añade Bebbington.

Para Luis Enrique Sánchez, profesor de ingeniería de minas de la Universidad de São Paulo (USP), que no participó en el estudio, los datos son importantes.  Esto porque llaman la atención sobre los impactos indirectos de la minería como impulsores de la deforestación.

“Las pérdidas indirectas no se tienen en cuenta a la hora de realizar los estudios de impacto ambiental para la concesión de licencias. Así, los impactos indirectos son poco reconocidos y no hay medidas mitigadoras”, expresó.

Una problemática que se analiza a través de los años

El estudio informa que las tasas de deforestación más altas se observaron entre 2010 y 2014, impulsadas por  el aumento de la demanda y la mala gobernanza. En Indonesia, el período estuvo marcado por una duplicación de los volúmenes de producción de carbón. Esto a causa del aumento de la demanda de China e India.

Desde entonces, las reformas institucionales han frenado la deforestación.

También en Brasil, según el estudio, las pérdidas de bosques por la minería disminuyeron después de 2014. Entre las razones están la caída de los precios mundiales de las materias primas y la crisis económica del país. Sin embargo, los intentos actuales de flexibilizar la minería y la prospección son motivo de preocupación. El informe anual del proyecto Mapbiomas apunta a un aumento del 20 por ciento en la deforestación, principalmente dentro de las áreas mineras.

“El estudio publicado en PNAS no incluyó la minería ilegal, por lo que el factor de deforestación para la minería industrial fue un poco más bajo. Eso porque solo están viendo la llamada minería legal”, explica Sánchez.

Los autores reconocen que la minería artesanal y la prospección generan daños ambientales que requieren atención. El estudio destaca la necesidad de tomar medidas para proteger los bosques tropicales, como evaluaciones de licencias que consideren los impactos fuera de las áreas mineras reales. También sugiere la certificación del origen de los productos minerales, pues el consumidor a menudo no sabe si un artículo mineral proviene de una zona deforestada.

Ante la situación, los autores son optimistas. “Sabemos que es posible detener los impactos ambientales de la minería por la propia experiencia de Brasil. Se redujeron sus tasas de deforestación entre 2000 y 2012”, dice Bebbington.

El artículo, sin embargo, afirma que “dado el contexto político actual en países como Brasil e Indonesia es cuestionable si se implementan políticas a favor del ambiente en el futuro cercano”.

Por: Washington Castilhos en SciDev.Net. América Latina y el Caribe.