El agua de lluvia no es potable en ningún lugar del planeta. Un estudio de la Universidad de Estocolmo, basado en las últimas recomendaciones de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, concluye que tiene un alto nivel de químicos tóxicos. Las PFAS (siglas en inglés de sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas) se encontraban inicialmente en envases, champú y maquillaje, pero ahora se han extendido a todo el medio ambiente, incluidos el agua y el aire.

«Incluso en la Antártida o la meseta tibetana, los niveles en el agua de lluvia más pura son 14 veces más altos que las directrices de agua potable», dijo Ian Cousins, profesor de la universidad y autor principal del estudio, publicado en la revista científica ‘Environmental Science and Technology’.

Recientemente, la EPA redujo de forma significativa los niveles recomendados de PFAS tras descubrir que las sustancias químicas pueden afectar a la respuesta inmunitaria de los niños a las vacunas. Según algunos estudios, la exposición también puede provocar problemas de fertilidad, retrasos en el desarrollo de los niños o aumento del riesgo de obesidad, del colesterol o de ciertos tipos de cáncer.

“Hemos hecho al planeta inhóspito para la vida humana al contaminarlo irreversiblemente. Nada está limpio, al punto de no considerarlo seguro. A eso me refiero en el documento cuando digo que hemos traspasado el límite planetario”, añadió Cousins.

El investigador aclaró, no obstante, que los niveles de PFAS en las personas han disminuido «bastante en los últimos 20 años». Lo que ha cambiado son las pautas, han bajado millones de veces desde principios de los 2000, porque se ha aprendido más sobre su toxicidad, pero se deberán a aprender a vivir con ellas, pues están presentes y son tan omnipotentes que nunca desaparecerán del planeta.