Chile.
Tuvo que pasar una década de sequía para que Santiago, la capital chilena, comenzara a adaptarse al clima semidesértico. Ahora que en la ciudad ubicada al pie de la cordillera de los andes, las estaciones marcadas y los inviernos lluviosos son cada vez más escasos, la solución del arquitecto paisajista Joaquín Cerda ha sido despedirse de la vegetación «al estilo europeo», y poner en marcha el proyecto «Vereda Nativa».
Reemplazar las extensiones de pasto y vegetales que demandan mucha agua, por especies nativas, acostumbradas al clima de Santiago, a períodos de sequía y adaptadas a vivir mucho tiempo sin agua.
“El consumo de agua de este piloto de plantación es súper bajo. Nosotros regamos acá una vez a la semana, media hora y por riego por goteo. Cada gota de agua es muy preciada y redujimos el consumo a menos de un décimo de lo que se gastaba antes en riego en una franja de pasto como la que había antes aquí”, explicó Joaquín Cerda.
Maravillados con el proyecto, los vecinos del barrio residencial Pedro de Valdivia del Norte, en la comuna de Providencia, ayudaron a sacar el pasto, a plantar y regar la vegetación nativa. Después de un año, especies como el esparto, la flor del minero, o plantas herbáceas anuales, crecen sin problemas.
En 2021, el déficit de lluvia fue de un 71 por ciento, convirtiendo al invierno de ese año en el más seco del siglo XXI, según la Dirección Meteorológica de Chile. Para el invierno austral que está por llegar, los pronósticos no son mejores y para la capital chilena se espera otro año de déficit de lluvia como consecuencia del cambio climático.
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