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La mutación de un residuo del aminoácido lisina por otro alanina en un determinado anticuerpo antitumoral permite desarrollar fármacos contra el cáncer más efectivos y menos agresivos para los pacientes, según un trabajo liderado por investigadores de la Universidad española de La Rioja (UR).

Esta investigación logró fármacos más estables basados en anticuerpos acoplados a derivados citotóxicos, que son sustancias que eliminan algunas células, como las cancerosas, detalló este lunes la UR en una nota.

La revista Journal of the American Chemical Society (Revista de la Sociedad Química Americana) publicó el artículo con el trabajo desarrollado por los investigadores de la UR en colaboración con la Universidad de Cambridge (Reino Unido), el CICbioGUNE (Bilbao), el Centro de Investigación Biomédica de La Rioja (CIBIR, norte de España) y AstraZeneca.

El uso terapéutico de anticuerpos se extendió en los últimos años particularmente en el tratamiento del cáncer, según detalló el artículo; y se produjo un gran desarrollo de anticuerpos acoplados a fármacos citotóxicos, dando lugar a los llamados ADCs (del inglés antibody-drug conjugates).

El funcionamiento de estos sistemas es a priori sencillo: el anticuerpo actúa como un vehículo llevando el fármaco a las células tumorales; una vez allí, el fármaco se libera y, en algunos casos, se forma directamente en dichas células, actuando de forma más eficaz contra el tumor y minimizando así los efectos secundarios de la quimioterapia.

Es decir, los ADCs actúan como «caballos de Troya» pero, para cumplir su objetivo, es importante que estos permanezcan intactos en el torrente sanguíneo y liberen el fármaco exclusivamente cuando el anticuerpo llegue a la célula tumoral para lograr la máxima eficacia y la mínima toxicidad.

En este sentido, el desarrollo de ADCs eficaces requiere el estudio de los factores que pueden alterar la estabilidad de estos o de los fármacos unidos.

El artículo publicado recientemente estudia cómo influye el sitio al que se une el fármaco en el anticuerpo en su estabilidad, y se demuestra que un residuo de lisina, un aminoácido del anticuerpo que está próximo al fármaco, puede jugar un factor decisivo en la estabilidad del conector anticuerpo-citotóxico.

Los investigadores constataron que la sustitución de la lisina por otro aminoácido, como la alanina, da lugar a sistemas mucho más estables, lo que puede mejorar considerablemente la formulación del ADC, aportando nuevas ideas para el diseño de herramientas más eficaces en la lucha contra el cáncer.

Dichos estudios se realizaron con el anticuerpo rrastuzumab, que se utiliza ampliamente para producir ADCs capaces de dirigirse con alta especificidad a un receptor que está sobreexpresado en determinados cánceres de mama metastásicos.