Por: Durruty de Alba (México).

     Al forjar su «nueva astronomía», la creencia más profunda y radical de Kepler fue que la tarea de la astronomía no es solo hacer predicciones sino encontrar la verdad.

William H. Donahue en el prólogo de Selections from Kepler’s Astronomia Nova, Green Cat Books, Santa Fe, NM (2008), p. VII

Para quienes éramos estudiantes de secundaria en la década de los 80 del siglo pasado la muy cuidada producción de los capítulos de la serie televisiva Cosmos: a Personal Voyage (1980), conducida por el astrónomo y muy destacado divulgador de la ciencia Carl Sagan (1934-1996) capturó nuestra atención, propiciando además en muchos de nosotros vocaciones científicas.

En el tercer capítulo de los trece de la serie ya su título nos azuza la curiosidad: “La armonía de los mundos”, en una parte del mismo se hace una recreación de la vida de Johannes Kepler (1571-1630) de quien ya hemos escrito en esta columna, desde sus años escolares en el Seminario de Adelberg y Maulbronn hasta los universitarios en Tübingen, y sus labores docentes, en el transcurso de las cuales su retraimiento, además de granjearle una fuga de alumnos, le permitió encontrar en medio de sus disquisiciones y la explicación de un tema astrológico para su clase la idea por la cual pretendía explicar el por qué de la existencia de seis planetas (los visibles a simple vista) y sus movimientos.

Cosmos (1980), Cap. 3 “La armonía de los mundos”

Así vemos en el capítulo referido de Cosmos… a un actor que lo representa enfrascado en la construcción de un modelo tridimensional de los 5 sólidos perfectos, aquellos que tienen caras regulares, dispuestos de manera tal que cada uno de ellos fuera el soporte y causa del movimiento de un planeta.

Sin embargo, requería formalizar el modelo y para ello eran menester observaciones de los planetas más precisas de las que él disponía, buscarlas lo puso en contacto con el noble danés Tycho Brahe (1546-1601), quien gracias a su fortuna había construido el observatorio astronómico mejor equipado de su época, anterior a la era telescópica.

En las discusiones entre Kepler y Brahe éste último le comentó acerca de los movimientos de Marte eran los más difíciles de reconciliar con la idea de una órbita circular; como expone Sagan en el capítulo, Kepler en sus cálculos finalmente encuentra que la ecuación de una elipse concuerda con las observaciones registradas por Brahe, llevándolo así a la formulación de sus leyes del movimiento planetario, siendo la primera de ellas que los planetas describen órbitas elípticas en torno al Sol, ocupando éste uno de los focos de la elipse.

Foto: Durruty J. de Alba Martínez

Para 1609 publica Astronomia Nova ΑΙΤΙΟΛΟΓΗΤΟΣ seu physica coelestis, tradita commentariis de motibus stellae Martis ex observationibus G.V. Tychonis Brahe (Nueva astronomía, basada en causas, o física celeste, tratada por medio de comentarios sobre los movimientos de la estrella Marte, de las observaciones de Tycho Brahe, Gent.), al momento de redactar esta columna tengo a la vista la edición en inglés de unos extractos de la muy voluminosa obra -más de 650 páginas- de la que recién me entero ya existe la traducción completa en dicho idioma (Green Lion Press, 2015).

Para quienes deseen profundizar en la vida y obra de Johannes Kepler tienen la posibilidad de leer en español desde el clásico Los sonámbulos (1959) de Arthur Koestler (1905-1983) del cual hay una reedición moderna en un volumen exclusivo al nativo de Weil der Stadt; también el doctor en astrofísica Jean-Pierre Luminet (1951) dedica el segundo volumen de su serie novelística “Los Fundadores del Cielo” (el primero lo dedicó a Copérnico) y se titula El tesoro de Kepler, cuya traducción al español salió en el año 2009, justo cuando como parte de las celebraciones del Año Internacional de la Astronomía también se recordaron los 400 años de Astronomia Nova…

Foto: Durruty J. de Alba Martínez

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Du­rruty Jesús de Alba Martínez es licenciado en Física adscrito al Instituto de Astronomía y Meteorología (IAM) de la Universidad de Guadalajara (UdeG), dedicado a la divulgación e historia de la ciencia. Desde 1990 escribe sobre dichos temas en distintos medios de comunicación de Jalisco, México. Es miembro de la Sociedad Mexicana de Física, la Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y la Tecnología, del Departamento de Estudios Históricos de la Arquidiócesis de Guadalajara y de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia.