Por: Vanessa Valerio y Alina Aguilar (Costa Rica).

Esta columna surge de la reflexión del trabajo en extensión universitaria con diferentes grupos organizados de la sociedad civil (entre ellos grupos ambientalistas), institucionalidad pública y gobiernos locales en diferentes comunidades del Costa Rica, donde trabajamos en estrategias participativas de cambio climático a nivel local (con enfoque de adaptación), donde se plantea la interrogante: ¿es posible trabajar de forma conjunta la dimensión ambiental y el cambio climático?  

Lo primero es reconocer que estamos ante una crisis ambiental que se agudiza con los temas de cambio climático. Algunas de las manifestaciones observables es la contaminación de los cuerpos de agua, extinción de las especies, enfermedades, contaminación del aire, cambios en el clima, desastres naturales

El equilibrio ecosistémico en el espacio geográfico es clave para garantizar la vida y la seguridad de las sociedades y este equilibrio se ve amenazado por el fenómeno de Cambio Climático, por lo que las formas de uso y gestión de este espacio, desde la perspectiva ambiental, se transforma en un típico problema multidimensional, político y estratégico (Estenssoro, 2010).

Ahora se trata de influir en el modelo de producción, sobre el tipo de gestión que se hace en los territorios que tienen ecosistemas vulnerables o sensibles para lograr un equilibrio ecológico global, nacional y local, donde existe la menor afectación posible de los recursos naturales, que son la base de las formas de producción y de las formas de convivencia humana.

Por otra parte, es una realidad que existe cambio climático y que es producto de la acción antrópica tal como lo señala el Quinto Informe del IPCC (2015), manifestado en prolongadas precipitaciones, aumento de la temperatura, períodos largos de sequía, cambio de dirección de los vientos, tormentas, ciclones, maremotos y aumento del nivel del mar, migraciones de fauna y poblaciones humanas.

Además, el Informe del Desarrollo Humano del PNUD (2014), plantea que el cambio climático es uno de los problemas más acuciantes de la agenda mundial para el desarrollo, que se agudiza con la crisis ambiental y alimentaria; esto plantea la necesidad de incidir en políticas internacionales y subnacionales que permita tomar decisiones que atiendan la degradación ambiental y contribuyan a reducir la vulnerabilidad climática de las poblaciones.

De igual forma, se requieren políticas y acciones en el tema de adaptación climática, entendida como: “ajustes en sistemas humanos o naturales como respuesta a variabilidades climáticas –proyectadas o reales– y sus impactos biofísicos y socioeconómico» (IPCC, 2018).

Esta definición nos plantea cambios, la capacidad como respuesta ante las adversidades del clima, que no significa inmovilizar, normalización, “tirar la toalla”, sino realizar acciones que nos permitan reducir el impacto negativo al clima y al ambiente.

Lo anterior, nos permite responder la pregunta, es posible trabajar con un enfoque más integral que contemple la dimensión ambiental y el cambio climático, esto depende del abordaje metodológico y de la intencionalidad.

Se sugiere desarrollar programas de reforestación, emplear agricultura sostenible y fortalecer el diálogo, mayor participación en el diseño de las políticas públicas de largo plazo en los territorios, que permitan proteger ordenar y gestionar los recursos naturales, que contribuyan atender la crisis ambiental y a la vez, las adversidades del clima (Valerio, 2020).

***

Vanessa es investigadora en la Escuela de Ciencias Ambientales de la Universidad Nacional de Costa Rica. Especialista en Gobernanza Climática y Desarrollo Local desde 2009. Coordinó el proyecto de investigación-extensión de la Universidad Nacional “Estrategias participativas de cambio climático a nivel local”. En 2018, impulsó la iniciativa nacional “Red Costarricense de Gobierno Locales ante el cambio climático”. Es miembro de la Comisión Nacional de Pacto Global de Alcaldes por el Clima y la Energía.

Alina es Licenciada en Ingeniería en Gestión Ambiental. Desde 2012, ha trabajado como investigadora y extensionista en temas de gobernanza climática y políticas públicas, en el marco del proyecto “Estrategias participativas de cambio climático a nivel local” de la Universidad Nacional de Costa Rica. Ha trabajado como voluntaria, maestra, consultora y asesora en temas de cambio climático, educación ambiental, gestión de residuos, en la Carta de la Tierra, entre otros. Forma parte de la ONG Ruta del Clima.