Por: Camilo Cortés-Useche, (Colombia).
Una mañana de invierno, viajábamos a bordo del Sky, barco de guerra vikingo, en calidad de exploradores, cuando bajo el azul profundo aparecieron extrañas formas, dando lugar a una especie de trinchera en el mar. Apenas unos metros de la costa, en ese inmenso océano la presencia de cuernos, orejas y piernas que salían de la superficie me impresionaron. Este hecho encendió en mi la chispa necesaria para saltar sobre esa barricada marina.
Por un momento esa estructura tipo barrera arrojó un oleaje de preocupaciones sobre la luz de sensaciones. Sin embargo, entre esa turbulenta barrera, recibí una mirada maternal que me lleno de confianza para saltar justo a tiempo al agua. Desde esa mañana, salto sobre esa estructura llamada arrecife, con la convicción de explorar, preguntándome sobre su belleza colorida, pero también madurando el deseo que esos cuernos, orejas y piernas que observé, que en realidad son espectaculares corales, no vean su salud agonizante.
Los arrecifes de coral representan uno de los ecosistemas más importantes y complejos de la naturaleza, dada su alta productividad y biodiversidad. Su importancia se refleja en múltiples escenarios que incluyen la generación de recursos alimenticios y productos medicinales, la protección de las costas de los daños ocasionados por fenómenos naturales como las tormentas y la erosión. Ellos ofrecen también ingresos para millones de personas que viven a lo largo de la línea de costa, por el valor cultural y la gran belleza natural que poseen.
La condición de los arrecifes de coral ha sido objeto de estudio durante las últimas décadas, dado que están siendo perturbados a un ritmo alarmante. Recientemente la Red Mundial de Vigilancia de Arrecifes de Coral (GCRMN) publicó el Reporte del Estado de los Arrecifes de Coral del Mundo, y documentó con preocupación esa inquietud que me temía, la pérdida de aproximadamente el 14 por ciento del coral mundial desde el año 2009.
Tal perturbación se refleja en la pérdida de biodiversidad, disminución de abundancia de los organismos y cambios en las redes tróficas y estructura de hábitats. Esto conlleva al declive de bienes y servicios por parte del ecosistema.
Las causas de este estado son los procesos o fenómenos naturales, como los huracanes, las tormentas; y/o el cambio climático global. Además, los cambios en la temperatura, pH y salinidad. Las actividades humanas que implican el desarrollo urbano e industrial de las zonas costeras, la contaminación, la sobrepesca y la degradación del hábitat, también son un factor de cambio importante. La explotación de los recursos, combinada con la falta de regulación ha desencadenado en un severo agotamiento de muchos recursos de los arrecifes y ha causado la degradación generalizada en regiones muy pobladas.
Lo cierto es que, después de conocer este reporte mundial, el barco está negativamente inclinado para los arrecifes de coral, sacudidos por algunas olas absurdas e inventadas por el humano. Espero que encuentren en nosotros la mirada maternal que les de confianza, para resistir. Y por qué no recuperarse, eso sí mitigando las presiones que los agobian, incluyendo el cambio climático. Pues indiscutiblemente es una necesidad social por ética en la que debemos saltar todos al tiempo.
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Camilo Cortés es biólogo Marino. Maestro en Manejo de Ecosistemas Marinos y Costeros, doctor y post doctor en Ciencias Marinas. Su investigación en el área de la ecología marina en la República Dominicana le valió el reconocimiento del “Premio Dr. Alonso Fernández González 2020” a las Mejores Tesis de Posgrado del Cinvestav en la Categoría Doctorado. Forma parte del movimiento Wave of Change del Grupo Iberostar, como Coastal Health Regional Manager, donde trabaja en la salud Costera en la región Caribe, llevando a cabo investigación científica.
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