El Salvador.

Con más de medio siglo de convertir el calor de la tierra en electricidad limpia, El Salvador es reconocido actualmente por ser el líder centroamericano en generación de energía geotérmica y hacer de esta una fuente de desarrollo. La central geotérmica Ahuachapán inaugurada en 1972 y cuyas operaciones arrancaron en 1975, ha sido pionera en la producción de energía a partir del calor de la tierra. LAGEO, la empresa estatal a cargo de la operación de la planta, genera en la actualidad cerca del 22% de la electricidad que consume el país a través de sus diferentes centrales geotérmicas.

Esto es un compromiso, yo lo digo así, 24/7, porque nuestra energía es 24/7 para el país. Se siente de mucho orgullo pertenecer a esta empresa, es algo que lo mencionamos mucho en esta planta. Nosotros comemos plantas, dormimos plantas, porque la visión que tenemos y el compromiso, el liderazgo de la alta administración, nosotros lo agarramos para así. Entonces no necesitamos mayor motivación que venir y saber que esta energía va a hogares, va a hospitales, va al sistema educativo. Es quizás como el orgullo de formar parte de esta empresa”, destacó Ricardo Figueroa, gerente de la central.

De acuerdo con Figueroa, la planta funciona extrayendo vapor geotérmico a más de 150 grados centígrados de profundidad, el cual mueve turbinas acopladas a generadores que inyectan en promedio 78 megavatios por hora al sistema eléctrico nacional.

“Nosotros tenemos tres turbinas, otras unidades, tecnologías japonesas, son turbinas de vapor geotérmico, turbinas de choque, aparte todo el control y la operación, lo tenemos a través de un sistema moderno destacado, un sistema de DCS de última generación, con gobernadores electrónicos que nos permiten eso, precisamente generar de manera segura para el país”, dijo Figueroa.

La ubicación geográfica de El Salvador, dentro del cinturón de fuego del Pacífico, le proporciona una ventaja natural para este tipo de energía, y la apuesta del gobierno por su fortalecimiento ha sido evidente en los últimos años. Sin embargo, los impactos positivos de la geotermia trascienden lo técnico y energético. En las comunidades aledañas a las plantas, como la colonia Los Ausoles, en las inmediaciones de la central geotérmica Ahuachapán, los beneficios se sienten en múltiples dimensiones.

“Ha cambiado en el sentido de que se sienten los jóvenes más que todos, más apoyados, las calles más remodeladas, ya tenemos un poco más de servicios, de lo que es de la energía eléctrica, etcétera, tenemos, hemos tenido muchos beneficios”, Alejandra Calderón, habitante de la zona.

A través de la Fundación LAGEO, FundaGeo, la empresa rectora de las centrales geotérmicas ha implementado proyectos que van desde la capacitación en oficios, como carpintería o elaboración de velas, hasta el mantenimiento de infraestructura básica. FundaGeo, creada en 2006 como brazo social del LAGEO, ejecuta programas de desarrollo humano, productivo y ambiental en los municipios cercanos a las plantas.

“Fundación Langeo viene impartiendo proyectos de diversas áreas, salud, educación, infraestructura social y mi área que es área de proyectos productivos”, comentó René Flores, responsable de proyectos de FundaGeo.

La empresa ha recibido distinciones como el Premio Nacional al Medio Ambiente y menciones honoríficas por su compromiso con procesos limpios y sostenibles. El Salvador cuenta en la actualidad con una capacidad instalada de más de 200 megavatios en geotermia y planea ampliar su red con proyectos en Chinameca y Berlín, en el oriente del país.

De concretarse, estas iniciativas podrían añadir al menos 12,4 megavatios a corto plazo y hasta 50 megavatios en fases posteriores, fortaleciendo aún más la matriz energética del país. El modelo geotérmico salvadoreño, que combina eficiencia energética, compromiso ambiental y responsabilidad social, se presenta como una experiencia exitosa y replicable para otros países volcánicos en desarrollo.