Por: Néstor Platero.
Si recortáramos en un mapa los bordes de cada continente y armáramos un rompecabezas con estas piezas, veríamos que hay varias que encajan casi a la perfección. Esta fue la base de la teoría de la deriva continental propuesta por Alfred Wegener, quien sugirió que hace cientos de millones de años existía un supercontinente llamado Pangea. En este contexto, mucho antes de que existiera lo que hoy conocemos como México, toda esta zona estuvo cubierta por agua. Durante la era Mesozoica, hace más de 65 millones de años, “México” era una serie de islas y penínsulas rodeadas por océanos ancestrales. La evolución había comenzado hace más de 500 millones de años con organismos unicelulares como las arqueobacterias.
Las diatomeas, algas marinas microscópicas, eran uno de los principales pobladores del océano. Se alimentaban de luz solar y formaban colonias en aguas poco profundas, contribuyendo a la cadena alimenticia del ecosistema marino. Con el paso del tiempo, sus restos se depositaron en el fondo marino, formando un sustrato blanquecino similar al de los arrecifes coralinos. A medida que los continentes se erosionaban, los sedimentos se transportaban hacia el mar y se acumulaban en capas superpuestas. Este proceso fue crucial para la formación del fondo marino y la evolución del ahora territorio mexicano. La presión ejercida por estas capas sedimentarias llevó a cambios significativos en las condiciones ambientales tanto en tierra como en el mar. Las diatomeas comenzaron a morir masivamente debido a estas alteraciones, y sus restos contribuyeron a la formación de una roca biogénica: la diatomita.
Este proceso marcó el inicio de la construcción del fondo marino mexicano. Con el tiempo, la acumulación de sedimentos y la presión resultante provocaron movimientos en la corteza terrestre del tipo orogénico que detonaron el levantamiento de montañas como fue nuestra Sierra Madre Oriental. A medida que avanzaba el Cuaternario, esto permitió que se encontraran fósiles marinos bien conservados en zonas montañosas, desafiando interpretaciones anteriores sobre su origen como lo fue el relato bíblico del diluvio universal. La diatomita no sólo representa una rica historia paleontológica sino que también ha sido clasificada como una roca sedimentaria organogénica. Su estructura porosa y ligera tiene aplicaciones industriales significativas, especialmente en la filtración de impurezas en procesos como el de elaboración de cerveza.
La historia geológica de México es un relato fascinante que revela cómo los procesos naturales han moldeado nuestro entorno a lo largo del tiempo. Desde sus orígenes como parte de un supercontinente hasta su desarrollo actual como una nación con una rica diversidad geológica y biológica, cada capa del suelo mexicano cuenta una historia sobre los cambios climáticos, las eras geológicas y las interacciones entre diferentes formas de vida que han existido en este territorio. La diatomita es la expresión plausible de la corroborada evidencia científica de que la vida comenzó en el mar, y que por analogía podemos afirmar que vastas porciones de nuestro territorio mexicano estuvo sumergido bajo un océano primitivo. La vida de nuestros primeros mexicanos también había nacido en el agua.
***
Sobre el autor: Néstor Platero es geógrafo y maestro en educación ambiental. Coordina el proyecto educativo del Museo de Ciencias Ambientales.
Este texto ha sido publicado previamente en El Informador.
- La vida en México comienza en el mar - junio 20, 2025
- Plumas NCC | El último verano del Victoria - junio 20, 2025
- NCC Radio Cultura – Emisión 315 – 16/06/2025 al 22/06/2025 – Descubre cómo elaboran el cuero artesanal en Panamá - junio 16, 2025