Calamarca, Bolivia. Decenas de hileras de surcos lucen vacías en un vasto campo arado del altiplano de Bolivia. Debería estar lleno de papas listas para la cosecha, pero la helada y la sequía pudieron más en esta región azotada por el cambio climático. Como muchos campesinos aimaras de la zona, Cristóbal Pongo consagró su vida al cultivo de papa. «Nuestra entrada es papa no más. Cosechamos, vendemos… Es nuestro sustento, de nuestra familia,...