Al Kasrah, Siria.

En medio de niños que lloran en un hospital repleto del este de Siria, Ahmad Al Mohamad padece diversos malestares. Su mujer y él padecen cólera, una enfermedad que ha resurgido.

Desde hace seis días, este sirio de 45 años ve a otros pacientes desfilar por el hospital de Al Kasrah de la provincia de Deir Ezzor. Es ahí donde el agua del río Éufrates -que está contaminado- es consumida por los habitantes o para usada regar las plantaciones.

«Hemos sufrido diarrea, vómitos y dolores (…) porque bebemos agua directamente extraída del Éufrates». dice Ahmad.  «El agua está contaminada pero no tenemos opción», agregó. 

Por primera vez desde 2009, el cólera, una infección diarreica aguda, reapareció a principios de septiembre en Siria. Según las Naciones Unidas, alrededor de dos tercios de las plantas de tratamiento de agua, la mitad de las estaciones de bombeo y un tercio de los depósitos de agua, fueron dañados por 11 años de guerra.

El gobierno sirio anunció 23 muertes y más de 250 infecciones en seis provincias bajo su control en el país dividido, la mayoría en Alepo (norte)

En las regiones controladas por la administración autónoma kurda se registraron 16 muertes y 78 casos, 43 de ellos en el oeste de Deir Ezzor, según Juan Mustafa, un responsable kurdo de la salud.

Las pruebas mostraron la presencia de la bacteria responsable del cólera en el Éufrates.

Tomar medidas con urgencia

Debido a la sequía, la contaminación y el vertido de aguas residuales, el caudal del Éufrates -que en el pasado irrigaba las regiones más fértiles de Siria-  disminuyó considerablemente y varias partes se secaron.

Los kurdos sirios acusan también a Turquía, por donde pasa el Éufrates, de retener más agua de la necesaria en sus presas, reduciendo el caudal del río del lado sirio.

Más de cinco millones de personas en Siria dependen del Éufrates para el agua potable, según la ONU. Pero ésta se convirtió en un producto muy escaso e incluso el agua comprada a menudo está contaminada.

El hospital Al Kasrah admite docenas de casos sospechosos cada día, según su director Tarek Alaeddine. «Todos los pacientes bebían agua suministrada por camiones que la extraían directamente del Éufrates, sin filtración ni esterilización. Pedimos a las organizaciones internacionales que actúen con urgencia», detalla.

Según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH), la enfermedad se propagó al oeste de la provincia de Deir Ezzor después de que las autoridades locales dejaran de distribuir cloro a las estaciones de bombeo.

La administración kurda declaró que había reanudado la distribución de cloro después de la reaparición de la epidemia. También mencionó que prestan asistencia a los establecimientos médicos de la región para evitar su propagación.

Encontrar una solución no es fácil. El agricultor Ahmad Suleiman Al Rashid, de 55 años, explica que regó sus campos con agua del Éufrates, lo que contaminó los cultivos.

«No hay estaciones de filtrado de agua. Bebemos agua no esterilizada y sin cloro. Contamos con Dios para protegernos», subraya. «¿Qué más se puede hacer? Las autoridades son las culpables», añade.

Al mismo tiempo, un camión oxidado bombea agua turbia del Éufrates. «Sabemos que el agua está contaminada, pero la bebemos de todos modos. No tenemos opción», añade el agricultor.

No lejos, un joven se rocía la cara con agua fresca del río y junto a él, Sobha Hamid Ali, de 60 años, lava espinacas con agua del río.  «Comemos verduras contaminadas. Tenemos que seguir viviendo», lamenta.