Desde la Tierra sólo se ve un pequeño pedazo del Universo, muchas estrellas están tan lejos que su luz aún no llega. La luz se demora dos millones y medio de años en su viaje desde nuestra galaxia vecina más próxima, Andrómeda, hasta la Tierra.

Puesto que el universo se expande, la radiación de galaxias lejanas también se extiende en longitudes de onda que dejan de ser visibles al ojo humano, pero observables para el telescopio Hubble.

Este puede observar la radiación en esas zonas del espectro e incluso revelar estrellas escondidas tras nubes de polvo cósmico que bloquean la radiación en el espectro de luz visible. Por eso, al menos a nuestros ojos, el cielo nocturno es negro.

Por: DW