Cancún.

Un viñedo ganador del premio de «Innovación Turística» ha llevado el turismo enológico al Caribe mexicano, una zona calurosa y tropical en la que es difícil concebir este tipo de atractivos.

José Viveros Tadeo y su esposa Janey Aguilar Reyes, dedicados a la actividad maderera en la comunidad de Noh-Bec, en Felipe Carrillo Puerto, tenían una vida rutinaria hasta que les vendieron una pequeña planta de uva hace seis años.

La planta llegó por casualidad, la mujer buscaba una enredadera que diera sombra a sus orquídeas, por lo que la compró sin imaginar que daría fruto y que su esposo tendría “la loca idea” de hacer vino en una comunidad rural de la zona maya del estado de Quintana Roo, donde nunca se había cosechado la uva.

“Yo dije: la voy a comprar porque sé que es una enredadera y esa le va a dar sombra a mis plantas. Nunca la compré con la idea de que iba yo a tener uvas, porque yo sé que aquí no es una región de uva«, recordó la señora Janey.

Esa “loca idea” obtuvo el segundo lugar en el premio de «Innovación Turística» del Gobierno estatal, con lo que recibieron capacitación para el proyecto ecoturístico.

“Nos ayudaron en cuestión de costos. Nosotros no sabíamos nada de eso de marketing y todo, nos dijeron: tienen que aprender a ponerle un precio, a darle el valor. Porque nosotros no sabíamos nada. Cobrábamos 50 pesos, 100 pesos (entre 3 y 6 dólares), no sabíamos ni qué era lo que teníamos” explicó.

Un emprendimiento ecoturístico 

Viveros Tadeo vio en el pasatiempo de su esposa la oportunidad de materializar uno de sus sueños: tener su propio vino.

El proyecto ha llamado la atención de agrónomos de la Universidad de Chapingo y enólogos que se han ofrecido a colaborar en la creación el primer vino de la zona maya.

“Este es un proyecto familiar que inició en 2019. Como prueba hicimos media hectárea con 100 plantas de uva para ver los resultados de si nos podría dar la fruta de la uva», indicó el hombre en un recorrido por el viñedo.

“Todos nos decían que estábamos locos, que esta era una fruta que no nos iba a dar en esta región, que porque no era muy común que se siembren estas plantas de uva en esta localidad”, recordó.

Cuando la producción floreció, elaboraron merlot, cabernet sauvignon y moscato.

También han sembrado fresas, duraznos (melocotón) y zarzamora, que tampoco suelen cultivarse en la zona.

La construcción del vivero causó mucha expectativa entre los habitantes de la comunidad, donde es más común la siembra de maíz y frijol.

La familia Viveros no estaba preparada para la llegada de tantos turistas al viñedo, la gente quería ver las uvas y ellos no habían pensado en cobrar.

A raíz del premio a la «Innovación Turística» se enfocaron en posicionarlo como un proyecto ecoturístico y rural.

“No habíamos pensado dedicarnos de lleno a al ecoturismo, nosotros trabajamos la madera, es un ejido forestal 100 %. Entonces el reto más complicado fue empezar a promocionar o a que la gente se vaya enterando de nuestro de nuestro proyecto», mencionó.

El «Viñedo Viveros» está en su primera fase y, además del recorrido por el cultivo de media hectárea, se puede desayunar o comer en su restaurante.

Mientras sigue con los planes para tener la primera producción de vino artesanal, José Viveros y su familia ya planean la construcción de cabañas para hospedaje.

Buscan ofrecer a los turistas de pernocta recorridos en bicicletas, avistamiento de aves y hasta de lagartos en una laguna cercana.