México
Desde que nacemos podemos distinguir el aroma de nuestra madre. Las personas podemos interpretar hasta diez mil aromas diferentes. Sin embargo, hay especies que pueden percibir 100 millones de olores más que la especie humana. Los aromas se componen de oxígeno, nitrógeno y azufre.
El olor es el resultado de una interpretación donde participan, no solo elementos químicos sino también factores psicológicos. Al percibir un olor, las moléculas que entran por la nariz y la boca forman una estructura tridimensional que, para ser leída, debe tener un bajo peso molecular.
Otra condición con la que debe cumplir un aroma es que sea volátil; lo que significa que debe ser ligero y capaz de volverse vapor. Y por último, debe ser lipófilo, es decir, que pueda disolverse en grasa. ¿Cómo distinguimos los aromas? El olor llega a la mucosa nasal y se adhiere para posteriormente pasar por el epitelio olfatorio: la parte del cerebro donde es percibido e interpretado.
El siguiente paso se localiza en la región del cerebro llamada lóbulo frontal, ahí se localizan las estructuras cerebrales capaces de reconocer las moléculas que transportan información -como una corriente eléctrica-, en los receptores olfativos. Gracias a la comunicación entre las células del cerebro -o sinapsis-, la energía llega a la zona del cerebro en donde se codifica la información para el sistema límbico en donde finalmente se traduce el aroma para poder sentirlo.
Por: UABC
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