Las planicies de América del Sur se inundan cada vez más, dejando bajo el agua comarcas enteras en la región chaco pampeana de Argentina. La pérdida de vegetación nativa de raíces profundas y la disminución de la evapotranspiración debido a la rápida expansión agrícola en las llanuras ha llevado a una escasa profundidad de las capas freáticas, la acumulación de agua subterránea que se encuentra bajo el nivel del suelo
Este fenómeno, del que se conoce todavía poco, está provocando el incremento de las inundaciones en toda la comarca, como sugiere un estudio publicado en Science. “La deforestación por la agricultura de granos, un mercado que no para de aumentar a escala mundial, ha reducido la capacidad de los suelos para extraer el agua, provocando encharcamientos permanentes en los campos argentinos”, señala a SINC Esteban Jobbágy, ingeniero agrónomo Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y uno de los autores principales de la investigación.
Como expone el trabajo llevado a cabo por el Grupo de Estudios Ambientales de la Universidad Nacional de San Luis, en algunas comarcas del Hemisferio Sur, la capa freática, conocida también como napa, está subiendo cada vez más a la superficie, provocando graves inundaciones. Según sugieren los autores, esto se debería a la disminución de las profundidades de enraizamiento y la evapotranspiración asociada con el cambio de los regímenes de plantas nativas a agrícolas.
“Al cambiar el tipo de vegetación transformamos la capacidad de vaciar el sistema, de secarlo. Por más que la región enfrente una gran sequía, el agua no se elimina de la superficie”, explica Jobbágy.
“Las napas se están saturando de agua, inundando paisajes que hasta hace unos años no lo estaban”, agrega el experto, que lleva más de una década investigando cómo la agricultura de secano está alterando las dinámicas hidrológicas en el Sur de América.
“En la parte más seca de las pampas es donde el cambio paisajístico ha sido más brutal: bosques de árboles espinosos, de plantas achaparradas y algarrobos, una vegetación adaptada a la aridez, fue eliminada y reemplazada por cultivos anuales de secano”, cuenta. Esta deforestación de los campos para sembrar y los cambios en el uso de la tierra “han alterado hasta tal punto los ciclos del agua que los anegamientos en el territorio son cada vez más constantes y graves”, advierte.
Combinando datos de teledetección y observaciones de monitorización de aguas subterráneas, el equipo científico descubrió que, a medida que los cultivos fueron reemplazando la vegetación y los pastizales nativos, las inundaciones en la región se hicieron gradualmente más expansivas y más receptivas a los eventos de precipitación. Un fenómeno debido al ascenso del manto freático.
“En las estaciones donde se ha llevado a cabo el monitoreo, la capa subterránea de agua pasó de situarse entre 12 y 6 metros a entre 4 y 0 metros por debajo de la superficie”, expone a SINC Javier Houspanossian, biólogo ambiental y otro de los investigadores que ha participado en el estudio en la Universidad Nacional de San Luis (Argentina).
Según detalla, desde que se tienen registros de su profundidad del manto, cálculos que iniciaron en 1970, “éste ha ascendido 17 cm por año”.
Los investigadores también analizaron mediante imágenes satelitales la historia de inundación de la región de los últimos 40 años, estableciendo una correlación a nivel regional entre los cambios en el uso del suelo y el surgimiento de nuevas áreas susceptibles de quedar cubiertas por agua.
“Pese a que estos paisajes sedimentarios llanos albergan algunos de los suelos más productivos del mundo, su hidrología es particularmente sensible a las alteraciones en el equilibrio hídrico introducidos por los cambios en el uso de la tierra y el agua”, detalla Houspanossian.
Los hallazgos del estudio en el que ha participado revelan preocupantes impactos en los ciclos del agua y la posible escalada de riesgos de inundación asociados con la expansión de la agricultura de secano. También constituyen una mejor comprensión de lo que puede suceder en otras regiones del mundo donde se cultiva de la misma forma.
“En las pampas hacemos una agricultura mezquina, cultivamos en exceso, devolviendo muy pocos nutrientes al suelo y regando muy poco. Ucrania hace algo parecido, y nuestro caso puede ayudar a entender y a prevenir esos efectos después de arrasar con la vegetación nativa”, destaca Jobbágy.
El estudio que ha dirigido ayuda, por otro lado, a entender mejor los efectos de alterar los ciclos naturales de los ecosistemas por la expansión de la agricultura a gran escala.
Según expone el investigador, en la mayoría de llanuras agrícolas que no son la Pampa, como la gran planicie del norte de América, en EE UU, la zona productora de maíz y trigo de China o la del norte de India, “está pasando lo contrario que aquí. Mientras los suelos sudamericanos se inundan, los suyos se secan”, advierte.
Según sostiene, los impactos hidrológicos de la rápida expansión de la agricultura de secano traen consigo riesgos potenciales desconocidos y muchos desafíos. “Y todas las soluciones tienen que llegar desde la sustentabilidad. Debemos pensar en medidas para que los cultivos convivan con porciones de vegetación natural, islas de bosques, humedales, que van a ayudar a regular la hidrología de la región”.
Como concluyen los autores del estudio, “los hallazgos presentados en él son críticos para las futuras políticas de uso de la tierra que respaldan la agricultura, la gestión del agua y las poblaciones rurales de manera más inteligente y más integrada”.
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