Chile. 

Seguir impulsando la ciencia y llegar a quienes toman las decisiones presupuestarias es el reto para investigadores y académicos de Chile.

Tras el rechazo al borrador de nueva Constitución por parte del 62% de los votantes, actualmente, el futuro de la nueva Carta Magna está en pleno debate en el Congreso Nacional.

Las encuestas públicas indican que la mayoría de la ciudadanía quiere una nueva Constitución que reemplace a la de 1980, la que pese a las incontables enmiendas que ha recibido, sigue con el estigma de haber sido redactada en tiempos de la dictadura de Augusto Pinochet.

Dada la mala experiencia con la reciente propuesta, ahora se debate si habrá una nueva Convención o no, cuáles serán sus atribuciones y si existirá un comité de expertos que la asesore. Incluso ya se habla de un nuevo plebiscito para determinar el mejor mecanismo.

La ciencia, la tecnología y el medio ambiente

En relación con la ciencia, tecnología y medio ambiente, la mayoría de especialistas entrevistados, coinciden en que hay muchos elementos del texto rechazado que son rescatables y esperan que tengan una segunda oportunidad. Mencionan entre ellos el derecho a la ciencia, el espacio que les corresponde a los científicos en la sociedad, la defensa de la naturaleza o la protección de los glaciares.

Sin embargo, en este momento no hay garantía de que el futuro proyecto que emane de una nueva convención constitucional u otra fórmula, otorgue el mismo espacio y la misma relevancia y conocimiento a la ciencia. Así lo remarca el biólogo Pablo Astudillo, uno de los fundadores de la influyente agrupación Más Ciencia para Chile.

Astudillo cree que más allá de lo que se pueda proyectar, hay un problema de organización de los científicos para luchar por sus derechos. En general en la ciencia chilena existe mucha división. Hay una brecha muy grande entre investigadores de mayor trayectoria y los investigadores más jóvenes, quizás también entre investigadores y personal de investigación. Mientras esa brecha no se resuelva, la verdad es que carecemos de una instancia en que los científicos nos podamos encontrar y trabajar en conjunto, afirma.

Además, cree que, más allá de las publicaciones y patentes, es necesario hacer una labor más activa como comunidad científica. Ejemplo de ello, sugieren más participación en debates sobre políticas públicas o más lugares donde mostrar su actividad a la sociedad.

Indica que los museos de ciencia son una opción para tratar de demostrar a la sociedad chilena la importancia de que la ciencia y la investigación formen parte de la nueva constitución. “Yo creo que en eso fracasamos como comunidad científica en esta ocasión”, admite.

Sumando esfuerzos

La presidenta de la Academia de Ciencias, Cecilia Hidalgo, tras lamentar que el texto haya sido objetado, en particular lo que se refería a un conjunto de normas que consagraban importantes derechos vinculados con la actividad científica, cuenta que como organización, mantuvieron un estrecho contacto con la Convención que elaboró el documento. Incluso le hicieron llegar una carta con propuestas para promover la ciencia y la investigación científica tecnológica en beneficio de la sociedad y en pos del desarrollo del país.

“Yo creo que recogieron varias de las ideas que nosotros teníamos indicadas”, asegura.

Hidalgo, quien es Premio Nacional de Ciencias, cree que independientemente de lo que ocurra con la Constitución hay que seguir potenciando el desarrollo de la ciencia chilena y garantizar un compromiso de mayor presupuesto por parte de las autoridades.

“Es vital que Chile invierta más en ciencia y generar conocimiento en las muchas áreas que el país requiere con urgencia para enfrentar los grandes desafíos que tenemos y tendremos en el futuro próximo”, afirma.

Solo así será posible avanzar a ser un país con un desarrollo más integral que termine con las enormes desigualdades que detenta la sociedad chilena, añade.

Inversión en la ciencia

En ese sentido, a juicio del ecólogo de la vida silvestre Agustín Iriarte, gerente de la consultora Flora & Fauna Chile, el presidente Boric está en la línea correcta al tener como objetivo de su administración aumentar el gasto en ciencia de 0,3 por ciento a 1 por ciento del PIB.

El astrónomo Rolando Dünner, académico del Instituto de Astrofísica de la Universidad Católica, cree que el desarrollo de la ciencia no está condicionado a la propuesta constitucional. “Personalmente estoy muy contento de que se haya rechazado el texto, ya que producía un tremendo deterioro a las condiciones de la ciencia en Chile. De hecho, las iniciativas de soberanía indígena introducían una tremenda incertidumbre para los observatorios astronómicos, muchos de los cuales se encuentran en territorios “reclamables” por dichas comunidades”, dice.

En su opinión, para el avance de la ciencia en el país se precisan como condiciones básicas, una sociedad estable y económicamente sólida. “Ergo se necesitan dos cosas: promover el desarrollo de la industria privada y un manejo fiscal responsable”, afirma.

Para Iriarte, quien también es investigador asociado del Centro de Ecología y Sustentabilidad Aplicada (CAPES UC), uno de los problemas del país –que no se da en el mundo desarrollado– es que prácticamente el único que financia la ciencia en Chile es el Estado, y hasta las empresas privadas piden dinero para hacer ciencia y no gastan en investigación.

“Lo que se necesita son varias instituciones como Fundación Chile (entidad público-privada que, entre otras iniciativas, lideró la introducción de la acuicultura del salmón en los ochenta y ahora está desarrollando estrategias frente a la escasez de agua). La ciencia básica en Chile ha mejorado, pero todavía falta más ciencia aplicada y entidades que la apalanquen”, opina.

 

Por: Richard García en SciDev.Net América Latina y el Caribe.