El Op-Art convirtió al espectador en el creador de la obra, obligándolo a moverse para captar el efecto óptico deseado. En los años sesenta y setenta, este arte de ilusiones ópticas no se limitaba a ser colgado de las paredes, sino, que aparecía en, ropa, vajillas, papeles pintados.

Al padre del Op Art, Víctor Vasarely dedica el Museo Thyssen su última muestra, que recorre la obra de este artista con formación científica, que alcanzó la fama en 1965 cuando sus creaciones se expusieron en el MOMA de Nueva York, allí conquistó al público con sus distorsiones cóncavo y convexo, de una retícula que ahora pueden verse en el PC.

Su búsqueda de la geometría en el interior de la naturaleza, le llevó a inventar un algoritmo para sus obras, que hoy podrían haber sido creadas por ordenador, lo que hace que sus cuadros gocen de una gran actualidad. Vassarely rompió con la idea del arte reservado a unos pocos y circunscrito a museos y galerías.

Explotó sus imágenes en todos los medios posibles haciéndolas accesibles a todo el mundo. (EFE)