México.
Mientras que la Unión Europea y algunos países de América Latina, prohíben o restringen el uso del plaguicida clorpirifos ante múltiples evidencias sobre efectos nocivos para salud humana y ambiental, en México aún se aplica sin controles.
En ese país, un estudio reciente analizó la comercialización y la presencia del compuesto para una zona con alta actividad agrícola de Nayarit, al oeste de México.
“Se demostró que es el plaguicida más vendido y su presencia está por encima de los niveles permitidos tanto en suelo, agua y en pescados”, señala a SciDev.Net Francisco Herrera, del Laboratorio de Contaminación y Toxicología Ambiental de la Universidad Autónoma de Nayarit y uno de los autores del estudio.
En general, este plaguicida se aplica para el control de plagas porque inhibe la enzima acetilcolinesterasa, que regula los impulsos nerviosos en los insectos. Pero también afecta a animales, incluido el ser humano.
Según el informe 2023 de la Red de Acción sobre Plaguicidas y Alternativas de América Latina, en los últimos 40 años México autorizó el uso de clorpirifos como insecticida para el control de cucarachas, moscas y termitas en el hogar; de insectos y ácaros en cultivos; contra ectoparásitos en el ganado; en collares para animales domésticos, en campos de golf e incluso para control de mosquitos transmisores de enfermedades como el dengue.
También señala que la exposición a este insecticida afecta a trabajadores agrícolas, consumidores y habitantes rurales y urbanos.
“Es un compuesto peligroso que por su toxicidad, persistencia, bioacumulación y desplazamiento a grandes distancias fue nominado por la Unión Europea para su eliminación mundial en el Convenio de Estocolmo”, señala a SciDev.Net Fernando Bejarano, de la Red de Acción sobre Plaguicidas y sus Alternativas en México.
Este convenio es un tratado mundial para proteger la salud humana y de los ecosistemas de las sustancias químicas que permanecen en el ambiente durante mucho tiempo.
En el trabajo realizado en México, los expertos señalan que no existen dosis seguras para evitar daños en el desarrollo infantil, alteraciones cerebrales y del desarrollo psicomotor y cognitivo.
“Nos preguntamos por qué en México no existen medidas si en otros países se han tomado las evidencias para empezar a restringir o disminuir su uso. ¿Acaso somos de otro planeta?”, se pregunta Aurora Rojas-García, investigadora de la Universidad Autónoma de Nayarit y una de las autoras del estudio.
Por: Daniela López
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