Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC
El bajo rendimiento escolar por lo general se ha atribuido a una incapacidad de aprendizaje, y durante muchos años se pensó que para poder acreditar un grado escolar sólo era necesario estudiar y repasar durante horas una materia. Hoy esta idea ha cambiado, pues también se sabe que una buena alimentación y mantener una adecuada salud mental inciden en un mejor aprovechamiento de los estudiantes.
Asimismo, la pandemia de Covid-19 nos dejó claro algo que ya se venía mencionando: los estudiantes pueden tener periodos de depresión, angustia, estrés, tristeza, desesperanza, etcétera, que contribuyen a que su rendimiento escolar no sea el esperado.
“Sin salud mental es difícil que un estudiante almacene información, pueda asimilar, obtenga habilidades porque su pensamiento y su mente completa, igual que todo el sistema emocional, estaría enfocado en resolver una situación conflictiva en lugar de estar aprendiendo”, explica la doctora Guadalupe Elizabeth Morales Martínez, del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM.
La salud, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, es un estado de bienestar entre lo físico, lo mental y lo social, y para que una persona pueda ser considerada sana debe tener un equilibrio entre estos tres estados.
Específicamente la salud mental se refiere al bienestar psicológico y emocional, en donde la persona tiene herramientas de afrontamiento ante el estrés, se adapta con facilidad a su medio y es resiliente ante ciertos eventos.
Asimismo, se refiere no sólo a no tener desórdenes emocionales, sino también a crear condiciones favorables para la persona, por ejemplo, un ambiente libre de violencia, buenos hábitos de sueño, crear momentos de armonía (a través de técnicas como la meditación), que les permiten hacer que su cerebro entre en ciertos estados de conciencia y que sean más permeables al aprendizaje, explica la universitaria.
Estudiantes resilientes
Uno de los primeros en señalar que dentro del salón de clases se dan distintas emociones en los estudiantes y que éstas influyen en el aprendizaje fue el psicólogo alemán Reinhard Pekrun, quien realizó distintos trabajos enfocados en la ansiedad que se experimenta frente a los exámenes.
En su artículo titulado El impacto de las emociones en el aprendizaje y el rendimiento: Hacia una teoría de los mediadores cognitivos/motivacionales destaca que existen emociones positivas (esperanza, orgullo) y negativas (ansiedad, vergüenza, desesperanza). Las primeras pueden influir de forma favorable en el rendimiento escolar y las segundas es posible que tengan un resultado ambivalente.
En otro estudio publicado en 2002, Pekrun y sus colegas destacan que los estudiantes experimentan una amplia variedad de emociones en los entornos académicos, además de que encontraron que las emociones académicas se relacionan con la motivación de los estudiantes, las estrategias de aprendizaje, los recursos cognitivos, la autorregulación y el rendimiento académico, así como con la personalidad y los antecedentes en el aula.
Lo anterior evidencia que es relevante que los estudiantes tengan una buena salud mental para hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender, trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad.
Sin embargo, contar con una buena salud mental también depende de que los alumnos tengan momentos de ocio y relajación, pues es necesario que su cerebro procese la información que le damos y si se tienen problemas para dormir, ansiedad o estrés, no podrá hacerlo de una manera adecuada.
Otro aspecto que puede dañarla es cuando un estudiante emplea estrategias para acreditar una materia sin haber aprendido realmente nada, sólo lo hacen para poder tener una calificación aprobatoria, lo cual puede llevarlos a experimentar sensaciones de desánimo.
“Si sientes que no estás avanzando a nivel cognitivo en un campo de conocimiento te desanimas y vienen cuestiones como la deserción, la falta de interés hacia una materia, el no encontrarle sentido a lo que estás haciendo. Parte de la salud mental es alcanzar un objetivo, un propósito, que te vaya guiando en tu carrera, y eso les da resiliencia”.
Durante la pandemia de Covid-19 los estudiantes se enfrentaron a distintas situaciones que mermaron su salud mental. Alguna de ellas son la pérdida de algún familiar, la incertidumbre por el futuro o el abandono escolar, aunadas a las otras ya detectadas en esta población, como la depresión, la ansiedad y el estrés.
La doctora Morales Martínez, experta en innovación tecnológica y educación, enfatiza que este momento histórico también evidenció que es importante darles a los estudiantes herramientas que les ayuden no sólo a superar situaciones académicas sino de su día a día, así como a capacitar a los docentes para que puedan apoyar a sus estudiantes.
“Enfrentar problemas es algo cotidiano para todos los seres humanos, o sea, estés estudiando o no te vas a enfrentar a situaciones que te van a poner en un lugar donde puedes experimentar ansiedad, depresión, insomnio por las preocupaciones y tienes que aprender a afrontarlo”.
Mantener un equilibrio
La investigadora explica que los factores que afectan la salud mental de los estudiantes pueden dividirse en individuales (psicológicos, biológicos), sociales (económicos, la pobreza, violencia, desigualdad, degradación del medio ambiente) y estructurales (contexto local, nacional y mundial).
Existen algunos factores de protección como las interacciones positivas, la educación de calidad, el trabajo docente, tener una personalidad resiliente y los vecindarios seguros.
Los especialistas en salud mental mencionan varias recomendaciones para cuidar la salud mental de los estudiantes. A nivel físico, tener una alimentación adecuada, realizar ejercicio y mantener una buena calidad de sueño. En el aspecto psicológico está sostener relaciones socioafectivas, y contar con educación emocional, un plan de vida y una adecuada planeación del ocio.
En el ámbito social sería necesario mantener relaciones equilibradas, estables y constructivas. Y a nivel de la familia sostener una adecuada comunicación con ésta.
“Cuando eres estudiante descuidas la alimentación, pues comes lo que hay y no le estás dando cosas de calidad a tu cuerpo, y éste no puede cumplir todas sus funciones como debería de ser. Y si le vas añadiendo la falta de nutrientes, no descansar, incluso estar mucho tiempo pegado en las redes sociales y el estrés, esto te puede generar estados de ansiedad”.
Otra recomendación es la organización del tiempo, lo cual es fundamental para tener una buena salud mental, pues –dijo– las personas más desorganizadas no terminan lo que tienen que hacer y, por lo tanto, deben ocupar el periodo que ya habían destinado para otra actividad, lo cual les genera ataques de ansiedad o culpa.
En la actualidad el rendimiento escolar se ve afectado porque hay muchos distractores que tienen los estudiantes como el uso excesivo de celular, las redes sociales o aplicaciones como el WhatsApp, los cuales no permiten que se concentren y, por ende, tienen un aprendizaje limitado.
“También es salud mental la autoeficacia y el sentido de motivación. La gente que está desmotivada deja de estudiar, deserta y luego se siente muy mal. En el caso de la autoeficacia, cuando tu aprendes tu cerebro dice ‘soy capaz, soy competente y puedo continuar’ y eso te va empujando hasta terminar la carrera”.
Algunas estrategias que pueden implementarse desde las instituciones educativas para promover una buena salud mental en sus estudiantes son crear programas de prevención, de diagnóstico y de intervención, para crear una concientización hacia lo importante que es conservar la salud mental, física y social.
La doctora Morales Martínez concluye: “cuando un estudiante tiene equilibrada su mente es más paciente y considerado con los demás; crea un ambiente de amabilidad y eso le ayuda a estar bien; cuando no lo está, tiene un proceso de depresión, de frustración y se enoja fácilmente, y cuando interactúa con sus compañeros, con el maestro o la maestra, hay roces y eso hace que el ambiente se vaya negativizando. Por eso es importante tener un soporte social y crear relaciones o vínculos que le permitan ir hacia adelante”.
Si sufres algún periodo de depresión, estrés o ansiedad, la UNAM cuenta con el Programa de Atención Psicológica a Distancia, el teléfono es 55 50 25 08 55 o también se puede consultar: https://saludmental.unam.mx/.
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