Por Consuelo Doddoli, Ciencia UNAM-DGDC
El fentanilo es un fármaco que también se utiliza como droga ilegal. Por lo general, se receta a pacientes con dolores intensos, especialmente después de una operación o los que atraviesan por un cáncer avanzado.
Se le considera un opioide sintético, 50 veces más potente que la heroína y hasta 100 veces más potente que la morfina. Es la droga que más alarma a las autoridades de Estados Unidos, ya que su consumo ha ido en aumento y ha causado cientos de millas de muertes. En el resto de los países de América es una de las grandes preocupaciones de las agendas antinarcóticas.
Sus propiedades
Existe un grupo de medicamentos, entre los que están la morfina, la codeína y la heroína, que se utilizan desde hace años para reducir el dolor. Se obtuvo del opio que se extrae de la amapola, planta también conocida como adormidera, por lo que se les llama opioides.
Desde hace varias décadas, es posible fabricar algunos de estos medicamentos en laboratorios, sin usar la planta, asegura el doctor Luis Carlos Faudoa Mendoza, académico del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM.
Por lo general, son seguros cuando se consumen por un tiempo corto y de acuerdo con las recomendaciones de los médicos. El fentanilo se puede encontrar en forma de pastilla, aerosol, parche para la piel o en inyección. Sin embargo, su potencia y la facilidad para conseguirlo lo han convertido en una droga ilegal sin multas medicinales.
Fabricado ilegalmente se vende en forma de polvo, en envases de gotas para los ojos o rociadores nasales. Cantidades pequeñas pueden tener consecuencias graves. Tan solo 2 miligramos (alrededor de 20 veces un grano de sal) pueden causar la muerte.
Frecuentemente los vendedores de estupefacientes lo mezclan con cocaína, metanfetamina o heroína. Esto se hace porque la combinación de cualquiera de estas drogas con una pequeña cantidad de fentanilo provoca un efecto mucho más potente y de acción más rápida, a un costo menor.
Esto es especialmente peligroso, ya que las personas que consumen drogas no saben que la sustancia que están consumiendo contiene este ingrediente adicional. La combinación puede ser un narcótico más fuerte de lo que su organismo está acostumbrado a consumir y pueden tener una mayor probabilidad de sufrir una sobredosis. Los casos de muerte súbita cada vez son más frecuentes.
¿Cómo funcionan los opioides en el cerebro?
El psiquiatra nos explica que el cerebro es como una central de cómputo que analiza estímulos, genera instrucciones, regula las funciones corporales (respiración, digestión, transpiración, entre otras), aprende a partir de las experiencias y controla procesos voluntarios como comer o correr.
Además, en él se generan nuestros sentimientos y afectos, el pensamiento, el lenguaje y la conciencia de nuestra existencia. Para su funcionamiento, este órgano produce sustancias químicas (neurotransmisores) que le permiten comunicarse y coordinar a las neuronas para que funcionen y hagan que nuestra mente, nuestros pensamientos y emociones se desarrollen.
Existen distintos tipos de neurotransmisores y cada uno tiene diferentes papeles: algunos están relacionados con el estado de ánimo, otros con la memoria y otros más con el funcionamiento del organismo. Por ejemplo, cuando quiera tomar un vaso de la mesa, el cerebro envíe un mensaje a los músculos, a través de una larga cadena de neuronas (circuito o redes neuronales), para que estos se muevan.
Para que un neurotransmisor envíe información a una neurona, esta debe tener un receptor, que es una especie de mano que “lo cacha”. Cada uno se une a un receptor específico, de la misma forma que para cada bloqueo hay una llave, es decir, un receptor de dopamina no recibirá ningún otro neurotransmisor.
En la década de los 70´s del siglo pasado se descubrió que ciertos neurotransmisores producen algunos de los efectos que tiene la planta del opio, (por ejemplo, reduce el dolor, son antidiarreicos), por lo que se les llama “péptidos opioides” .
Esto sucede porque la estructura química de ambos (neurotransmisores y opioides) es muy similar. Esta característica permite que las drogas como el fentanilo, la heroína y la morfina se activen a los receptores opioides que se encuentran en áreas del cerebro relacionadas con el dolor y las emociones.
Después de consumirla varias veces, el cerebro se adapta a la droga ya su sensibilidad, lo que provoca que la persona aumente el uso para seguir obteniendo los efectos deseados, al grado de desarrollar la adicción.
En este estado, los consumidores dejan de disfrutar las actividades que antes los hacían sentir bien (ir al cine, estar con amigos, escuchar música), ya que cada vez necesitan más droga para seguir experimentando sensaciones de placenteras.
La crisis del fentanilo
El consumo de los opioides y especialmente del fentanilo ha crecido de manera importante en los últimos años, sobre todo en Estados Unidos. Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), entre 1999 y 2019 se encontró la sobredosis de opioides en más de medio millón de personas.
La cifra aumentó durante la pandemia de COVID-19, ya que entre abril del 2020 y abril 2021 el número de fallecimientos fue de más de 100.000. Más del 64 por ciento de estas muertes se debieron a opioides sintéticos.
En nuestro país, aunque no es la droga de mayor consumo, la Comisión Nacional contra las Adicciones detectó un aumento en su demanda principalmente en la zona fronteriza con Estados Unidos, además de que el número de muertes y los casos de sobredosis han aumentado, asegura el especialista.
La adicción es una enfermedad crónica que puede tener distintas consecuencias para la salud y en las relaciones sociales y familiares de las personas.
En la Clínica de Atención Integral para las Adicciones de la Facultad de Medicina de la UNAM se imparte un tratamiento multidisciplinario, que incluye modificar su relación con la sustancia adictiva e identificar aquellas situaciones que desaparecen al individuo; también ofrece apoyo a la familia.
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