Esbjerg, Dinamarca
El proyecto Greensand comenzará en 2026 a enterrar dióxido de carbono en el mar del Norte, en una zona donde Dinamarca perforó en busca de petróleo que ahora se transformará en uno de los proyectos más avanzados de Europa de captura y almacenamiento de CO2.
La tecnología de captura y almacenamiento de dióxido de carbono (CCS por sus siglas en inglés) tiene el visto bueno del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU y de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), como una herramienta para frenar el calentamiento global.
Este instrumento puede ser especialmente útil para sectores como la industria del cemento y del acero, que son difíciles de descarbonizar, pero esta herramienta es compleja y cara.
El proyecto Greensand está dirigido por el gigante británico Ineos y está situado a 170 kilómetros de la costa danesa.
El plan es utilizar un depósito profundo situado bajo una plataforma petrolera en el mar del Norte.
En su primera fase, que comenzará en los próximos meses, Greensand tiene previsto almacenar 400.000 toneladas de CO2 al año.
Es «una muy buena oportunidad para invertir el proceso: en lugar de extraer petróleo, ahora podemos inyectar CO2 en el suelo», declaró a la AFP Mads Gade, director de operaciones en Europa de Ineos.
El CO2 licuado, procedente principalmente de centrales eléctricas de biomasa, se transportará desde Europa a través de la terminal de Esbjerg, en el suroeste de Dinamarca, hasta la plataforma Nini, situada sobre un yacimiento petrolífero vacío.
«La razón por la que el mar del Norte se considera un depósito para el almacenamiento de CO2 es la enorme cantidad de datos que hemos recopilado a lo largo de más de 50 años de producción petrolera», explicó la coordinadora de captura y almacenamiento de dióxido de carbono, Ann Helen Hansen, de la Dirección Noruega de Actividades Marítimas (Sodir).
Esta zona del mar del Norte está llena de yacimientos de petróleo y gas que ya fueron agotados, como el de la plataforma Nini, y de cuencas rocosas profundas.
Según la Sodir, solo la parte noruega de este mar tiene, en teoría, una capacidad de almacenamiento geológico de alrededor de 70.000 millones de toneladas (Gt) de CO2.
En el lecho británico, la cifra es de 78 Gt, según el gobierno y en Dinamarca, el instituto geológico no dispone de datos globales, pero el proyecto Bifrost estima que podría almacenar 335 millones de toneladas de CO2.
A modo de comparación, las emisiones de gases de efecto invernadero de la Unión Europea ascendieron a unas 3,2 Gt el año pasado.
Una solución muy cara
En virtud de la Ley sobre Industria de Cero Emisiones Netas, la UE se fijó un objetivo jurídicamente vinculante de alcanzar una capacidad de almacenamiento de al menos 50 millones de toneladas para 2030.
Las instalaciones están siendo desplegadas de forma gradual.
Greensand tiene previsto aumentar su capacidad de inyección de dióxido de carbono hasta ocho millones de toneladas al año para 2030.
En Noruega, el primer servicio comercial de transporte y almacenamiento de CO2 del mundo, denominado Northern Lights, llevó a cabo en agosto su primera inyección de dióxido de carbono en la costa, a 110 kilómetros de Bergen.
Los impulsores de este proyecto, los gigantes de la energía Equinor, Shell y TotalEnergies, planean aumentar la capacidad anual de almacenamiento de 1,5 a cinco millones de toneladas de CO2 para finales de esta década.
En Reino Unido, las autoridades acaban de lanzar una segunda licitación, tras haber concedido ya 21 permisos de almacenamiento en 2023.
El desafío ahora es encontrar clientes. Para la industria, el costo de capturar, transportar y almacenar sus emisiones sigue siendo mucho más alto que el precio de comprar derechos de emisión de carbono en el mercado.
Y este costo aumenta cuando se trata de enterrar gas en el mar.
«Probablemente sea más caro hacerlo en alta mar que en tierra, pero a menudo esto tiene más aceptación pública», afirma Hansen.
El consorcio Northern Lights solo ha firmado tres contratos comerciales con empresas europeas para almacenar su CO2 y probablemente esta iniciativa no hubiese sido posible sin el generoso apoyo del Estado noruego.
La delegación noruega de Friends of the Earth (FoE) apoya el uso del almacenamiento de CO2 para industrias donde es difícil la descarbonización, pero afirma que esta técnica ha sido utilizada como una excusa para no terminar la era del petróleo.
«La idea de que la región responsable del problema pueda ahora formar parte de la solución es un discurso muy seductor», afirma el director de esta ONG, Truls Gulowsen.
«Los combustibles fósiles y las emisiones climáticas del mar del Norte son mucho mayores que cualquier cosa que podamos» capturar y almacenar allí, afirma.
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