Iberoamérica. 

Las técnicas de fabricación de cerámica (alfarería) en el Neolítico se difundieron muy lejos en un corto periodo de tiempo gracias a la transmisión oral de las tradiciones sociales de los cazadores-recolectores.

Esta es la principal conclusión de un estudio realizado por científicos de la Universidad de York y del Museo Británico tras analizar los restos de 1.226 vasijas de cerámica de 156 yacimientos de nueve países del norte y este de Europa.

Para hacer el estudio, los investigadores combinaron la datación por radiocarbono, el análisis de los restos de los alimentos hallados en el interior de las vasijas, y datos sobre la producción y decoración de la cerámica.

Los resultados, publicados este jueves en la revista Nature Human Behaviour, sugieren que la fabricación de cerámica se extendió rápidamente hacia el oeste desde el año 5.900 antes de Cristo y sólo tardó entre 300 y 400 años en avanzar más de 3.000 km, lo que equivale a más de 250 km en una sola generación.

«Nuestro análisis de las formas en que se diseñaban y decoraban las vasijas, así como las nuevas fechas de radiocarbono, sugieren que el conocimiento de la alfarería se extendió a través de un proceso de transmisión cultural», explica Oliver Craig, del Departamento de Arqueología de la Universidad de York.

Esta actividad se extendió por el intercambio de ideas entre grupos de cazadores-recolectores que vivían cerca, no a través de la migración de personas o de una población en expansión como sucedió en otros cambios clave en la historia humana, como la introducción de la agricultura, apunta el estudio.

Para Craig, que los métodos de fabricación de cerámica se extendieran tan lejos y tan rápido a través de la transmisión de ideas es «bastante sorprendente».

«Es posible que se compartieran conocimientos específicos a través de matrimonios o en centros de agregación, puntos concretos del paisaje donde se reunían grupos de cazadores-recolectores quizá en determinadas épocas del año», opina el arqueólogo.

Gracias al estudio de los restos orgánicos de las vasijas, el equipo demostró que la cerámica se usaba para cocinar, por lo que la alfarería pudo haberse difundido a través de tradiciones culinarias compartidas.

«Encontramos pruebas de que las vasijas se utilizaban para cocinar una amplia gama de animales, peces y plantas, y esta variedad sugiere que los motivos para fabricar la cerámica no respondían a una necesidad concreta, como desintoxicar plantas o procesar pescado, como se ha sugerido anteriormente», apunta Carl Heron, del Museo Británico.

«También encontramos patrones que sugieren que el uso de la cerámica se transmitía junto con el conocimiento de su fabricación y decoración. Pueden considerarse tradiciones culinarias que se transmitieron rápidamente con los propios artefactos», añade

Los recipientes de cerámica más antiguos del mundo proceden de Asia oriental y es posible que se extendieran rápidamente hacia el este a través de Siberia, antes de ser adoptados por las sociedades de cazadores-recolectores del norte de Europa, mucho antes de la llegada de la agricultura, concluye el estudio.