El ADN del pulpo parece ser la clave detrás de la historia de la Antártida. Según publica la revista Science, los científicos creen que hace unos 100.000 años la enorme capa de hielo de la Antártida occidental (WAIS, por sus siglas en inglés), se derrumbó, abriendo temporalmente vías de agua entre un trío de mares que rodean el continente, una hipótesis que parece constatarse gracias a las características genéticas de los pulpos.

Enfoque «creativo»

«El colapso de la capa de hielo permitió que poblaciones de pulpo de Turquet (Pareledone turqueti), separadas desde hacía mucho tiempo, se cruzaran durante miles de años; cuando la capa se reformó, los animales volvieron a quedar aislados, una historia que ha quedado registrada en los genes de las criaturas marinas», señalan desde Science.

Este trabajo de investigación «es un enfoque realmente creativo» para descubrir la historia perdida de la Antártida, afirma Andrea Dutton, geóloga de la Universidad de Wisconsin-Madison que estudia los antiguos niveles del mar pero no participó en el estudio.

«Este proyecto es emocionante porque ofrece una perspectiva completamente nueva para resolver una pregunta de larga data en la comunidad de geociencias», dijo la autora principal del estudio, Sally Lau, investigadora postdoctoral en la Universidad James Cook, en Australia, en declaraciones recogidas por el medio CNN

«Colapso de la capa de hielo»

Según explican desde Science, el rastreo de encuentros pasados entre las diversas poblaciones de este pulpo de Turquet sugirió que el colapso más reciente de la capa de hielo ocurrió hace más de 100.000 años, durante un período conocido como el «Último Interglacial», algo que los geocientíficos sospechaban pero no habían podido confirmar definitivamente.

Pero un equipo de biólogos creyó que podría encontrar pruebas adicionales analizando el ADN de criaturas que hoy suelen estar separadas por la capa de hielo.

ADN similar a una «cápsula del tiempo»

El pulpo de Turquet es un cefalópodo con un cuerpo del tamaño de un lápiz, sin contar los brazos. Este animal vive alrededor de la Antártida, en aguas de hasta un kilómetro de profundidad, y se alimenta de gusanos erizados, crustáceos anfípodos y otros pequeños invertebrados.

Los investigadores del nuevo estudio tomaron pequeñas muestras de tejido de 96 pulpos recogidos a lo largo de 33 años, muchos de los cuales fueron capturas accidentales de buques pesqueros. A partir de ellas, el equipo extrajo y secuenció el ADN de estos octópodos. Las muestras más antiguas datan de la década de 1990, pero cuando se secuenciaron, sus genes proporcionaron lo que era esencialmente un árbol genealógico detallado que se remontaba a millones de años.

«El ADN de los animales vivos de hoy contiene toda la información sobre sus antepasados (en el) pasado, por lo que es como una cápsula del tiempo», señaló Lau .

Tal y como subrayan, el análisis de ADN permitió a los investigadores comprender si diferentes poblaciones de pulpos de Turquet se habían cruzado y en qué momento se había producido ese cruce.

Hoy en día, las poblaciones de pulpo de Turquet en los mares de Weddell, Amundsen y Ross están separadas por plataformas de hielo de la Antártida occidental del tamaño de un continente, lo que no les permite entremezclarse.

No obstante, gracias a este estudio de Science, se evidencia que hubo una conexión genética entre estas poblaciones hace unos 125.000 años, durante el «Último Interglacial», cuando las temperaturas globales eran similares a las actuales.