En 2016 los recursos destinados a investigación y desarrollo en América Latina y el Caribe cayeron de manera simultánea en casi todos los países, por primera vez desde 2000.
Ello ocurrió luego de más de una década en la que la inversión en ciencia y tecnología creció acompañando al Producto Bruto Interno (PBI) en la región, y desde esa caída se mantiene el estancamiento.
Así lo revela el Informe sobre el Estado de la Ciencia 2020 que este año celebra su 25° edición y que agrega un dossier sobre el desempeño de la región en investigación sobre COVID-19.
El documento —elaborado anualmente por la Red de Indicadores en Ciencia y Tecnlogía (RICYT)— ofrece una visión de la situación actual de la ciencia y tecnología (CyT) en los países de América Latina y el Caribe (ALC) e Iberoamérica desde 2009 a 2018.
El informe destaca que entre esos años, el PBI creció 40 por ciento en ALC y 38 por ciento en Iberoamérica, pero “desde 2015 se aprecia un estancamiento económico en ambos bloques (…) que afectó el desarrollo de las actividades de ciencia y tecnología”.
“Se trata de un cambio de coyuntura al que es necesario prestarle atención”, dijo a SciDev.Net por correo electrónico Rodolfo Barrere, coordinador de la RICYT y un de los autores del informe.
“La inversión en I+D de la región siempre estuvo vinculada a la evolución de la economía. Sin embargo, esta inversión dejó de crecer a pesar de que la economía de la región retomó cierto crecimiento entre 2016 y 2018”, agregó.
En relación con el PBI, los países iberoamericanos invirtieron 0,74 por ciento en I+D en 2018 y ALC alcanzó 0,63 por ciento, muy bajo en comparación con países industrializados. Corea e Israel destinan casi 5 por ciento, por ejemplo.
Los números son aún más pobres si se observa que en el concierto mundial, la inversión regional en I+D representa solo 4 por ciento para Iberoamérica y 2,8 por ciento para ALC.
En cuando a recursos humanos dedicados a CyT, la cantidad de investigadores en jornada completa en Iberoamérica creció 40 por ciento en la década analizada. Sin embargo, en proporción a la población no es un dato alentador.
Excepto Portugal, con 9 investigadores cada mil integrantes de la Población Económicamente Activa (PEA), España con 6 y Argentina con 3, el resto de la región tiene menos de 2 investigadores por cada mil integrantes de la PEA. A nivel mundial, asimismo, ALC reúne únicamente 4 por ciento de los investigadores, solo por encima de África y Oceanía.
Además, el informe muestra que la investigación no logra salir del ámbito académico. En 2018, 59 por ciento de los investigadores trabajaba allí y menos de 30 por ciento en empresas privadas.
Al observar la distribución por género, mientras en muchos países hay un virtual balance, en Chile, México y Perú las investigadoras son menos de 35 por ciento.
El informe observa que la cantidad de artículos publicados en revistas científicas registradas en Scopus por autores de ALC creció 81 por ciento, pero respecto al mundo, ALC genera solo 4,7 por ciento de las publicaciones.
En tanto, la cantidad de patentes solicitadas por países de ALC subió 47 por ciento, de la mano de Chile y Colombia. No obstante, 80 por ciento de esas solicitudes corresponden a empresas extranjeras que protegen productos en mercados de la región.
El futuro y el combo público-privado
“Un chiste viejo dice que ‘Latinoamérica es la región del futuro….y lo ha sido durante los últimos 50 años’. De la lectura del informe de Ricyt, uno no puedo menos que reflexionar sobre si lo de arriba era verdaderamente un chiste”, ironizó David González, director del Programa de Ciencias Básicas de Uruguay y ex director de Ciencia del Ministerio de Educación y Cultura de ese país.
En su opinión, para que la inversión en I+D sea más o menos comparable con regiones más desarrolladas, el crecimiento de ALC debe ser más rápido. “De lo contrario, en el próximo decenio nos veremos en la situación de que aun creciendo, la distancia que nos separe de los países centrales será mayor que ahora”, estimó.
Para Alberto Majó, quien fue secretario General del Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (CYTED) entre 2013 y 2018, en la región se observa que “el esfuerzo de gasto estuvo más concentrado, al igual que la década anterior, en crear capacidades en el ámbito público y de educación superior con financiamiento público”.
“La cooperación con el sector privado para mejorar las políticas es un gran desafío en la región, pero este tipo de colaboración no es natural porque es necesario construir confianza entre las partes. Existe una alta heterogeneidad entre los actores del sector privado y la coordinación implica también preparar a las agencias de financiamiento para abordar estos aspectos”, agregó Majó, actual asesor del ministro de Educación de Uruguay.
COVID-19 y la región
En el capítulo sobre la respuesta de la ciencia a la COVID-19, el informe revela que desde mediados de enero —cuando ALC no tenía casos— hasta julio de 2020, Iberoamérica acumuló 31.322 publicaciones sobre la enfermedad o el virus en la base de datos PubMed.
Esas publicaciones se originaron en más de 300 instituciones iberoamericanas. Entre las más prolíficas están algunas brasileñas (Universidad de São Paulo y la Federal de Minas Gerais, y la Fundación Oswaldo Cruz) y varias españolas (sobre todo hospitales universitarios).
“La región tiene una participación relativamente pequeña (en publicaciones) en el contexto mundial y la investigación sobre COVID-19 no fue la excepción”, señaló a SciDev.Net Mario Albornoz, coordinador del Observatorio Iberoamericano de la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad (OCTS) de la Organización de Estados Iberoamericanos y uno de los autores del dossier sobre COVID-19.
“Los países con más inversión y más investigadores fueron también los que más investigación realizaron”, agregó.
Albornoz ahondó que mientras en los países más desarrollados los principales temas estuvieron relacionados con el diagnóstico del COVID-19 y la búsqueda de medicamentos y vacunas, “en ALC predominaron temas relacionados con tratamiento de los pacientes y gestión de la crisis en sistemas de salud que rápidamente alcanzaron sus límites”.
Los autores destacan que la pandemia dejará “valiosas lecciones” a organismos de política y agencias de financiamiento para mejorar procesos de gestión, asignación de prioridades y evaluación de impactos.
“La crisis del COVID-19 demandó que estos procesos se realicen más rápidamente. Ya en marzo existían convocatorias sobre COVID-19 (a pesar de que se sabía muy poco sobre la enfermedad)”, recordó Barrere.
“En busca de resultados en muy corto plazo, gobiernos nacionales y organismos internacionales implementaron mecanismos de evaluación acelerados y otros para determinar temas prioritarios en un contexto de incertidumbre”, agregó.
“No está claro aún el éxito que han tenido estas iniciativas, pero será una experiencia interesante para una evaluación posterior”, opinó Albornoz.
Por: Scidev América Latina y el Caribe / Daniela Hirschfeld
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