México.
En la selva, la noche es el momento de mayor actividad para algunos animales, sobre todo en la época donde el agua escasea. Los alacranes no son la excepción y cazan para obtener nutrientes y el líquido vital que posee su presa. Otros, como este solitario tigrillo, se ven obligados a recorrer largas distancias en busca de agua.
La selva de Chamela, en el estado de Jalisco, tiene una marcada estacionalidad. En apariencia, durante cuatro meses, los árboles y las plantas parecen no tener vida. La bursera usa las reservas que guardó la temporada de lluvias pasada, mientras muda su corteza y espera la aparición de las nubes para que caigan las primeras gotas sobre estas montañas.
Pocos como estas aves se aventuran a surcar el cielo en días en los que el calor no da tregua, pero es que en sus nidos, en las alturas, sus polluelos esperan con ansia ser alimentados. En la adversidad, algunas plantas como esta orquídea florecen y, a cambio de ser polinizadas, ofrecen esencias que ayudan a esta abeja macho a atraer pareja.
Pero este ecosistema que parece estar en pausa está a punto de transformarse. Con las primeras lluvias, brotes verdes se comienzan a sumar y, en cuestión de pocos días, cambian el gris de este paisaje en un esplendoroso verdor. La selva baja caducifolia ha despertado. Al fin, el agua comienza a fluir y recorrer la superficie de la Tierra, trayendo vida a su paso y formando estos arroyos que en algún momento se unirán al río camino al mar.
Esta región en la costa del Pacífico mexicano es hogar de una majestuosa diversidad biológica. Aquí, en los ambientes terrestres y acuáticos de la Reserva de Chamela-Cuixmala, en Jalisco, encontramos más de mil especies de plantas y 400 de vertebrados terrestres, muchas de ellas endémicas y en peligro de desaparecer, además de innumerables artrópodos.
Su ecosistema principal, la selva baja caducifolia o selva seca, es uno de los más amenazados en el mundo, principalmente por la deforestación, para la agricultura, ganadería e infraestructura, así como por los incendios.
Debido a su importancia y vulnerabilidad, esta región se ha convertido en una de las más estudiadas de México. En 1971, el Instituto de Biología de la UNAM creó la Estación de Biología Chamela para el estudio de la selva seca, siendo clave para impulsar su conservación. Las lluvias han traído abundancia, que identificamos a través del color, movimiento y sonidos.
Este tipo de selvas, capta carbono, regula el clima, permite el ciclo de nutrientes y son hogar de una enorme biodiversidad, de manera que son grandes aliadas para la mitigación del cambio climático.
El verdor permanece hasta noviembre, cuando las temperaturas y lluvias disminuyen, dando paso a la siguiente temporada de sequía. Las hojas de la mayoría de estas plantas comienzan a caer, de ahí el nombre de caducifolia. Es hora de volver al letargo y en unos meses más, tendré el aspecto casi inerte de hace un año.
Estudiar y preservar las selvas bajas es responsabilidad de nuestra especie, sólo así, la majestuosidad y resiliencia de la naturaleza permanecerá.
Por: DGDC-UNAM.
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