Iberoamérica.
Reiterados incendios en las periferias de las ciudades podrían aumentar las temperaturas de la superficie terrestre y afectar la salud y la calidad de vida de la población de esas zonas, señala un estudio que vincula el cambio de clima local con eventos antrópicos en América Latina.
“Cuando un incendio se apaga se piensa que el problema quedó resuelto, pero nosotros vimos que las temperaturas pueden seguir altas y que estos sitios se convierten en sumideros de calor”, señala Michelle Farfan, investigadora de la Universidad de Guanajuato y una de los autores del trabajo publicado en la revista Land.
El equipo de investigación evaluó el aumento de la temperatura en la zona periférica de la ciudad de Guanajuato (México) y detectaron que durante 2018 y 2021 la superficie terrestre aumentó 5,6°C. La publicación señala que los lugares donde la temperatura terrestre aumentó coinciden con los registros de incendios forestales de esos años.
La experta indica que el cambio de vegetación y crecimiento desordenado de la población característico de las periferias tiene un papel fundamental. Esto ocurre porque el calor queda en la superficie terrestre y, al no estar el paisaje natural —árboles y pastizales—, la temperatura es contenida y se generan islas de calor.
Este proceso de aumento de temperatura es mayormente estudiado en las áreas urbanas y se asocia al crecimiento de la población, la demanda de más servicios como infraestructura y el cambio climático.
A las islas de calor se las enfrenta con medidas como generación de áreas verdes, como la instalación de techos verdes y una mayor presencia de árboles en las ciudades.
Para el geógrafo Richard Lemoine, investigador de la Universidad de Würzburg (Alemania) y otro autor del estudio, un punto crítico es que la información disponible sobre islas de calor no considera el contexto de la periferia.
“Para planificar se debe conocer que está pasando en el área donde esa ciudad va a crecer. Es mucho más difícil planificar el interior de la ciudad que básicamente ya está establecida. En cambio, si tienes los datos sobre lo que está pasando en las áreas de expansión, realmente puedes hacer planificación urbana eficiente”, señala.
La falta de estudios sobre clima local para las periferias de Latinoamérica es uno de los obstáculos para hacer frente a estas problemáticas, dice Lemoine. Guanajuato presenta particularidades locales, pero también tiene información que puede extrapolarse a otras ciudades de la región.
“Este estudio aplica sin duda para cualquier ciudad de Latinoamérica (..) Tal vez en algunos sitios no será tan relevante ver qué está pasando en términos de incendios, pero siempre es importante ver qué está pasando con el cambio de uso de suelo en primer lugar y en segundo lugar con las temperaturas”, asegura.
“Latinoamérica y África son zonas atrasadas en el estudio del clima urbano. Justamente estamos tratando de que se generen datos empíricos que nos den la posibilidad de saber la historia de lo que ha sucedido hasta ahora y planificar lo que sigue”, concluye el investigador.
Uno de los países de la región que ha desarrollado un amplio monitoreo sobre el aumento de temperaturas en zonas urbanas es Chile, sin embargo, al igual que el resto de Latinoamérica, presenta poca información sobre las dinámicas de cambio en la población y el clima de las periferias.
“Sabemos poco de las condiciones climáticas de nuestros barrios cotidianos. Tenemos poco conocimiento porque no ha sido una preocupación importante hasta ahora”, señala Hugo Romero, profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile, quien no participó en esta investigación.
Romero señala que también las periferias deben ser entendidas como espacios construido a partir de la exclusión de las ciudades. Son lugares donde los sectores más pobres buscan de manera urgente un sitio donde vivir.
“Es fundamental construir ciudades que sean sustentables desde el punto de vista climático. Pero esa insustentabilidad está directamente vinculada a la pobreza urbana, a la exclusión y a la injusticia climática urbana, por eso tenemos que partir por dar cuenta de la equidad en la ciudad”, asegura.
“Si hablamos de la gente que vive en estas zonas donde se tienen materiales de construcción muy improvisados y precarios, la combinación es mucho peor. Es un verdadero peligro sobre todo para grupos vulnerables como adultos mayores, niños y personas con problemas de salud específicos”, concluye Lemoine.
Por: Daniel López en SciDev.Net América Latina y el Caribe.
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