Guadalajara, Jalisco.
La mesa «Las mujeres en un mundo de violencia machista« dentro del encuentro «Voces inquebrantables: Voces por la equidad de género« reunió a destacadas intelectuales y activistas feministas iberoamericanas, en donde Nuria Varela, Marina Castañeda y Rita Segato compartieron ideas, experiencias y propuestas en esta edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, moderadas por Patricia Rosas.
Visibilizar la violencia: Un paso hacia el cambio
Dentro del evento, Marina Castañeda, psicóloga y autora de “El machismo invisible”, abordó cómo la violencia machista se normaliza en la vida cotidiana mediante pequeños gestos, actitudes y prácticas.
“Son las pequeñas cosas del día a día las que perpetúan la violencia, muchas veces sin cuestionarse,” señaló. También reflexionó sobre la necesidad de involucrar a los hombres en esta lucha, afirmando: “Aunque las oportunidades para las mujeres han mejorado, los hombres no han cambiado a la par. Es crucial hablar con ellos y cuestionar sus roles”.
Por su parte, Nuria Varela añadió diversos datos sobre la desigualdad de género a nivel global: “En 2023, sólo el 28% de los líderes mundiales eran mujeres. Para alcanzar una verdadera equidad en las élites de poder, nos tomaría 130 años más”. Subrayó que el poder se resiste a democratizarse, especialmente cuando el feminismo cuestiona las bases de los privilegios.
Transformar el mandato de masculinidad
Por su parte, Rita Segato, reconocida antropóloga y activista argentina, planteó cómo las estructuras machistas están profundamente enraizadas en los sistemas sociales. Con ello, reflexionó sobre lo que llama “ética de la desobediencia”, un enfoque que invita a desafiar las normas que perpetúan las jerarquías de género, bajo la conciencia de las formas de sufrimiento que no deberían continuar: “La gran pregunta es cómo transformar el mundo que conocemos, un mundo estructurado para la opresión y el control.”
Segato abordó la relación entre masculinidad y violencia, señalando que muchos hombres priorizan cumplir con los estándares machistas por encima de su propia vida: “Prefieren morir como machos a vivir cuestionando ese mandato”.
Relacionó este fenómeno con la participación de jóvenes en guerras y pandillas, donde el mandato de masculinidad es incluso utilizado como herramienta de reclutamiento.
De igual forma destacó las violencias históricas, invisibles y normalizadas que enfrentan las mujeres, como la obligación implícita de alimentar primero a los hombres que a las mujeres en muchos núcleos familiares: “La argamasa jerárquica está hecha de violencias psicológicas y morales que no se nombran. Enunciar crea herramientas de transformación”, reconoció.
Respuestas colectivas para un problema estructural
La conversación desembocó en la importancia de generar una respuesta colectiva frente a la violencia patriarcal. Marina Castañeda mencionó que el feminismo debe enfocarse no solo en confrontar el machismo, sino en proteger a las mujeres en contextos donde los derechos están en retroceso.
Por su parte, Segato destacó que las leyes y políticas públicas son necesarias, pero insuficientes. “El problema de la violencia no se resuelve solo desde el Estado; también requiere un trabajo cotidiano, cara a cara, en cada gesto y acto de la vida diaria”.
Con ello, Segato también expresó su carencia en la fe estatal, pues uno de los mayores retos para las mujeres es crear otros imaginarios y metas ajenos al patriarcado. “El peligro del feminismo es no cambiar del pensamiento que el propio patriarcado ha propuesto”, explicó.
Nuria Varela cerró el panel subrayando la importancia de fortalecer la autoridad entre mujeres: “No podemos tener autoridad si no nos la damos unas a otras. La única forma de cambiar esto es trabajando juntas”.
Hacia una categorización de la conciencia femenina
La mesa concluyó con un llamado a la acción desde diversos frentes. Patricia Rosas resaltó el papel de la educación como herramienta transformadora, instando a seguir instruyéndose para construir un criterio sólido.
Sin embargo, Rita sentenció que, cuando se habla de igualdad, reducirnos a un cuerpo no es lo único necesario pues, además de que el género no es obligatoriamente determinado por la biología, existen cargos de poder que tienen género por sí mismos, en lo que ella llama “politicidad de puños femeninos”.
Con ello, reconoció que para la igualdad no es suficiente que existan mujeres en el poder, pues existen mujeres políticas que replican discursos patriarcales. “Necesitamos una categoría que aún no existe. Nosotras necesitamos de una conciencia femenina” concluyó.
En un mundo donde cada minuto se cometen actos de violencia contra las mujeres, estas voces inquebrantables ofrecen atisbos de luz hacia un futuro más equitativo.
Nota y fotografía por Miriam Jiménez / NCC Iberoamérica.
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