Brasil
En su taller de costura, Renata Oliveira suele confeccionar disfraces para las célebres escuelas de samba que cada año deslumbran al público, pero hoy en vez del intenso ajetreo de decenas de costureros, diseñadores y decoradores solo hay silencio.
Las agrupaciones decidieron suspender sus desfiles de 2021 en la espera de una vacuna contra el coronavirus. “La gente piensa que el carnaval es solo fiesta y diversión, pero no es así: es una fuente de sustento para muchas familias.
Todo lo que construí a lo largo de mi vida ha sido en torno al carnaval”, explica una mujer de 41 años, sentada junto a una de las máquinas de coser del taller que alquila en el barrio São Cristóvão, en la zona norte de Río.
El lugar se encuentra cerrado desde marzo, cuando la pandemia empezó a golpear de lleno a Brasil y fueron impuestas medidas de cuarentena. Desde entonces no ha podido pagar el alquiler del espacio.
Son restos del último carnaval, en el que trabajó confeccionando trajes para diversas escuelas del llamado “grupo de acceso”, segunda categoría del concurso que se celebra en el sambódromo carioca.
A pesar del panorama sombrío, confía en que una vacuna permitirá celebrar la fiesta más popular de su país, aunque sea fuera de su época habitual en febrero.
Por: AFP
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