Ecuador.
Los reptiles de pequeño tamaño se enfrentan en América Latina a amenazas como la urbanización y la minería en zonas con poca o escasa conservación ambiental, así lo explicó Diego Cisneros, coautor del más completo estudio global sobre reptiles.
“Aquí en América y en general en muchos países andinos, el tema de la minería es extremadamente preocupante. Muchas de las áreas sean protegidas o no aquí en el Ecuador, recordemos el caso de la corte constitucional, súper famoso en los cedros, tenemos áreas protegidas que están siendo invadidas por la minería y la minería está llegando a zonas justamente con este perfil, donde hay muchas especies de reptiles altamente amenazados en zonas boscosas y húmedas”, subrayó Diego Cisneros.
Este profesor e investigador de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) y del Instituto Nacional de Biodiversidad de Ecuador (Inabio), precisó que, pese a que la investigación publicada recientemente en Nature sugería que las estrategias de conservación para otros vertebrados beneficiaban también a los reptiles, esto no es así para todos.
“Si bien vemos que es el tema general de la biodiversidad, no podemos ignorar que grupos específicos de reptiles requieren nuestra atención con políticas de conservación específicas”, acentuó Diego Cisneros.
Encabezado por NatureServe, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la investigación hizo una evaluación global de 10.196 especies de reptiles, para los que hasta ahora no existían estudios exhaustivos.
Los resultados indican que los más amenazados son tortugas y cocodrilos, pero también que muchas de estas especies probablemente se benefician de los esfuerzos de conservación dirigidos a salvar a otros animales.
“Este estudio nos permite decir que las estrategias de conservación que se realizan con mamíferos, aves y anfibios amenazados, tienen usualmente más probabilidades de lo esperado, de beneficiar también a los reptiles amenazados”; dijo Diego Cisneros.
La mayor parte de las amenazas que se ciernen sobre las poblaciones de reptiles son las mismas que causan la crisis global de la biodiversidad, entre las que destacan la destrucción y la fragmentación de los hábitats, lo que afecta a unas especies más que a otras.
Los estudios evidencian que, mientras que los cocodrilos, caimanes y tortugas suelen padecer los efectos de la cacería, prácticas de pesca no sustentables como el palangre afectan a grupos específicos como el de las tortugas marinas.
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