Brasil.

La infección por el nuevo coronavirus es capaz de interferir en las células de las embarazadas como si tuvieran un cuadro de preeclampsia, lo que puede derivar en abortos y otras complicaciones, reportaron en un estudio investigadores de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS) y del Hospital de Clínicas de Porto Alegre (HCPA), Brasil.

“La infección da como resultado un cuadro molecular conocido en casos de preeclampsia”, dijo a SciDev.Net Walter Beys da Silva, del Programa de Posgrado en Biología Celular y Molecular de la UFRGS, y uno de los coordinadores del estudio publicado en BBA Molecular Basis of Disease.

La preeclampsia, una enfermedad caracterizada por hipertensión durante el embarazo, tiene una tasa de prevalencia en América Latina de 6 por ciento y en el mundo, hasta 9 por ciento. Puede ser leve y, controlada, no generar peligro para el bebé. Pero en casos graves puede causar partos prematuros o abortos.

Los investigadores analizaron muestras experimentales del virus, así como datos epidemiológicos reportados en 14 estudios de cinco países (Reino Unido, Estados Unidos, China, Perú y España), en los que participaron 1.055 embarazadas que habían padecido COVID-19, y encontraron que el virus puede afectar la expresión de 30 genes.

“Vimos que hay un impacto dramático en la expresión genética del huésped, lo que resulta en una imagen molecular asociada con la preeclampsia”, explica Beys. Esta coincidencia se manifiesta en la forma en la que fluye la sangre.

En un embarazo normal, la placenta produce sustancias que inducen vasodilatación, es decir, hacen que las arterias permanezcan abiertas, aumentando el volumen de sangre que circula hacia el bebé. Pero en un embarazo anormal, pueden aumentar sustancias que propician que los vasos sanguíneos no se dilaten, provocando la coagulación y desprendimiento de la placenta.

En el estudio, los investigadores encontraron los genes (y proteínas asociadas) relacionados con los cuatro procesos bioquímicos principales involucrados en la preeclampsia: problemas en vasos sanguíneos, isquemia (reducción del flujo sanguíneo), respuesta inflamatoria y desregulación de la respuesta del cuerpo al sangrado y las hemorragias.

Al evaluar esos genes y comparar entre COVID-19 y preeclampsia observaron un fenómeno similar: las sustancias vasodilatadoras disminuyen y las vasoconstrictoras aumentan, favoreciendo la inflamación y la coagulación.

Según los científicos, los datos ponen énfasis en la atención de las embarazadas como grupo de riesgo, que necesita más vigilancia.

Hasta septiembre, de acuerdo con la OPS, se habían reportado 60.000 casos de COVID-19 en embarazadas en las Américas, con 458 muertes. Los países con más casos fatales fueron México (140), Brasil (135), Estados Unidos (44), Colombia (40) y Perú (35).

“De inmediato, lo que podemos hacer es reforzar la necesidad de proteger a este grupo social, ya que la exposición al nuevo coronavirus durante el embarazo puede provocar abortos y otras complicaciones”, dijo Beys.

Para José Paulo Pereira Junior, del Instituto Nacional de Salud de la Mujer, la Infancia y la Adolescencia Fernandes Figueira, en Río de Janeiro, el estudio “está muy bien descrito, sin conclusiones apresuradas”.

“Encontraron cosas en común con la preeclampsia, pero tienen cuidado de no decir todavía que la infección induce la enfermedad, sino un cuadro similar. Este paralelo es interesante, pero hay que tomárselo con calma”, dijo Pereira Junior, quien no participó en la investigación.

Uno de los estudios analizados por el grupo de Beys muestra que la incidencia de preeclampsia en pacientes con COVID-19 es de 15,7 por ciento, mientras que en pacientes sanos es del 9,3 por ciento. Esto “muestra un aumento en la incidencia de preeclampsia asociado con COVID-19 del 6,4 por ciento”, dijo Beys. Para confirmar esta asociación, el grupo iniciará en 2021 las pruebas con muestras clínicas de pacientes del Hospital de Clínicas de Porto Alegre.

El Centro de Control de Enfermedades de EE. UU. (CDC) reporta que hasta noviembre había 23.400 embarazadas y con síntomas de COVID-19, y concluye que es más probable que las embarazadas sean llevadas a una unidad de cuidados intensivos y presenten mayor riesgo de muerte que las no embarazadas.

Por: Washington Castilhos/ Scidev América Latina y el Caribe.