Madrid, España.

El estudio liderado por la Universidad Complutense de Madrid empleó datos de geolocalización de 102 pumas del centro y sur de California. Los animales evitaron el resplandor artificial de los asentamientos humanos en el horizonte más que el brillo artificial del cielo o la iluminación de la luna.

El puma (Puma concolor) evita en su selección de hábitat el resplandor de las áreas con alta iluminación artificial relacionadas con asentamientos humanos más que la luz reflejada por estos en el cielo o la iluminación de la luna, según un estudio internacional liderado por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) realizado en California.

Otras variables que estudios previos encontraron que influían en el uso del espacio por parte de los pumas, tales como la distancia a carreteras o los usos del suelo, tuvieron una influencia mucho menor comparadas con la ejercida por el resplandor de las luces cercanas.

“Esta evitación seguramente se deba a que los animales asocian estos asentamientos humanos con zonas de riesgo para ellos”, sugiere Rafael Barrientos, investigador del Departamento de Biodiversidad, Ecología y Evolución de la UCM.

El trabajo, publicado en Philosophical Transactions of the Royal Society, combina por primera vez el estudio del brillo del cielo con la contaminación lumínica cercana producida por las ciudades en el horizonte y la luz natural de la luna.

Collares GPS de geolocalización

Para llevar a cabo el estudio, en el que también participan las universidades estadounidenses de California y de Texas, se siguieron 102 pumas en el periodo 2002-2022 a los que se les incorporó un collar con GPS para geolocalizarlos.

Así, los investigadores pudieron comprobar que la selección del hábitat del puma varió entre el día y la noche, y que las zonas muy contaminadas por la luz artificial cercana de noche se evitaban incluso durante el día.

La luz artificial, en constante ascenso en el mundo, interfiere con los sistemas sensoriales, la orientación y la distribución de los animales, y tiene el potencial de causar daños ecológicos y evolutivos. Más allá del patrón general de evitación del resplandor de las luces cercanas, cada uno de los 102 pumas tuvo una respuesta más o menos intensa, lo que sugiere que futuros estudios deberían tener en cuenta también la variabilidad individual de las respuestas.

“Los resultados sugieren cómo, incluso para animales generalistas como el puma, la luz artificial nocturna puede alterar sus patrones de selección de hábitat. Por tanto, se trata de una fuente de contaminación que deberíamos reducir”, concluye Barrientos.