África.
A lo largo de un camino polvoriento de Zimbabue, dos jirafas permanecen inmóviles y sus largos cuellos se extienden hacia el cielo azul.
Pero estas jirafas no son reales: están minuciosamente tejidas con los tallos de una planta que constituye una plaga invasora. Esa planta, conocida como lantana, es ahora una fuente de ingresos y creatividad para una familia de artistas.
La lantana crece como un arbusto disperso con flores brillantes, hojas fragantes y tallos largos y retorcidos cubiertos de pequeñas espigas y hojas venenosas para el ganado, de esta forma infestan la tierra en barbecho con matorrales impenetrables.
Aunque algunas comunidades de la India utilizan lantana para fabricar muebles, al artista zimbabuense, Zata, se le ocurrió la idea de emplear durante la pandemia.
“He oído que es inofensiva. Por tanto, trato de usar la lantana a través del arte”, dijo el artista.
Hoy día, él y sus hermanos venden dos o tres piezas al mes. Pueden ganar hasta 1.200 dólares estadounidenses por una sola obra.
Se trata de una pequeña fortuna en un país acosado por problemas económicos, incluida una inflación del 285 por ciento que ha erosionado mucho el valor del dólar zimbabuense.
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