Brasil

Brasil inauguró hoy el acelerador de electrones Sirius, la mayor infraestructura científica del gigante suramericano y que incluye a Brasil en un «selecto club» de países que cuentan con ese tipo de tecnología.

En una ceremonia en Campinas, al interior de Sao Paulo, el presidente Michel Temer y el ministro de Ciencia y Tecnología, Gilberto Kassab, inauguraron la monumental edificación, cuyas medidas se comparan a las de un estadio de fútbol, por lo que coincidieron al decir que se trata del «Maracaná de la Ciencia» de Brasil.

«Siempre se dice que Brasil es el país del futuro. Pero yo digo que, ante esta inauguración y este proyecto consolidado, el futuro ya llegó a Brasil y llegó para agrandarlo», celebró Temer durante el acto.

De la mano de Sirius, un complejo de 68.000 metros cuadrados y cuyo presupuesto total es de unos 1.800 millones de reales (482 millones de dólares), Brasil se convertirá en el segundo país en contar con un acelerador de partículas de ese tipo en funcionamiento en el mundo, al lado de Suecia.

A juicio del mandatario, la consolidación del Sirius, iniciado en 2012 y cuyas obras empezaron hace cuatro años, es una «prueba» de que Brasil «avanza en pasos largos» y debe ser «motivo de orgullo para todos los brasileños».

«Brasil pasa a integrar el selecto club de países que disponen de un acelerador de electrones de cuarta generación», dijo.

Con la entrega de dos de los tres aceleradores que conforman Sirius, a partir de este miércoles ya se realizarán actividades a nivel experimental en el complejo, pero el proyecto deberá abrir su puertas de manera definitiva en el segundo semestre de 2019, cuando se concluirá el montaje del último acelerador -y también el más potente.

A través de la acción producida por los tres aceleradores de electrones, Sirius genera una luz de altísimo brillo -conocida como sincrotrón-, capaz de revelar las estructuras de materiales como proteínas, virus, rocas, plantas y ligas metálicas, similares a las radiaciones de rayos-X, pero en altísima resolución.

Según explicó el director del Centro Nacional de Investigación en Energía y Materiales (CNPEM, por sus siglas en portugués), Antonio José Roque, con el equipamiento, los investigadores serán capaces de estudiar «lo más fundamental en el comportamiento de los materiales», es decir, entender su funcionamiento a nivel celular y molecular.

En la práctica, apuntó, el Sirius podrá auxiliar en el diagnóstico para curas y tratamientos de enfermedades, como el virus del zika, las molestias tropicales o incluso enfermedades degenerativas, como el Alzheimer, así como en el estudio de la agricultura o la explotación de petróleo.

«Un equipamiento de estos permite que los investigadores vean los materiales en esa escala (celular y molecular), lo que les da la capacidad para trazar mejores estrategias» de acción, recalcó Roque.

No obstante, advirtió de que el pleno funcionamiento del complejo dependerá de una manutención constante por parte del Gobierno.

Por eso, Roque expresó que «pronto tendrá que empezar» las conversaciones con el presidente electo, Jair Bolsonaro, para garantizar que «la secuencia del proyecto» sea una «prioridad» en los próximos años.

Sin embargo, se mostró optimista y cree que Bolsonaro, quien asumirá su mandato el 1 de enero próximo, «comprende que la ciencia y la tecnología son importantes para el desarrollo» de Brasil.

«El país anotó un golazo y en este estadio Brasil está ganando 7-1», bromeó.

En la misma línea, el ministro de Ciencia y Tecnología, Gilberto Kassab, aseguró que, con la consolidación del Sirius, «quien gana es Brasil», ya sea «en la medicina, en la agricultura o en cualquier segmento».

«Es como una carrera de automóviles, cada año alguien está al frente. Brasil indudablemente está en la ‘pole position’ con ese equipamiento», aseguró el ministro.

Consideró además que es una «inmensa satisfacción» la entrega del complejo, sobre todo por las «inmensas dificultades» que atravesaba la economía del gigante suramericano cuando asumió la cartera.

Está previsto que el Sirius inaugure sus actividades como «laboratorio abierto» de referencia internacional con seis estaciones de investigación, mientras otras siete deberán ser entregadas hasta finales de 2020.

Asimismo, en los próximos años, el número de terminales experimentales podría ascender hasta los 38, lo que extendería su capacidad de aforo para unos 800 investigadores.

por: EFE/ Nayara Batschke