Italia.
En Italia, 7 médicos abandonan cada día su trabajo en el hospital y la mayoría de ellos trabajan en las salas de urgencias. Las difíciles condiciones de trabajo, la mala organización, los largos horarios, los bajos salarios: una mezcla mortal de factores ha restado atractivo a la medicina de urgencias muy solicitada en el pasado por los jóvenes médicos que buscaban oportunidades únicas de aprendizaje.
«Este año, al igual que el anterior, se han quedado vacantes casi el 50% de los puestos de médicos en urgencias, pero además muchos de los que los ocupan acaban marchándose. En estas condiciones los médicos de urgencias serán pronto un bien escaso», expresó Pierino Di Silverio, Secretario Nacional de ANAAO.
Olvídese de series de televisión como Urgencias o Anatomía de Grey. La cruda realidad de las salas de urgencias de los hospitales en Italia no tiene que ver con las de ficción. Los jóvenes médicos de urgencias están impacientes por irse a otro servicio del hospital, a otras ciudades o incluso al extranjero, allí donde crean que pueden conseguir el respeto que desean como médicos.
Ángela Mauro es pediatra, tras 4 años de trabajo en un servicio de urgencias de Nápoles, decidió trasladarse a Milán y a otra unidad hospitalaria: «Desde que dejé las urgencias, mi calidad de vida y de trabajo cambió por completo, en términos de estrés y satisfacción. Ahora, puedo estudiar realmente a mis pacientes y eso significa tratarlos y curarlos de la mejor manera posible: esto es la satisfacción del médico».
Uno de los problemas es la percepción que tiene la gente de las urgencias y la ausencia de un filtro adecuado para el tratamiento. Hoy en día, la gente tiende a ir a las urgencias por una fiebre leve u otras afecciones menores. «Las urgencias deberían ocuparse de las verdaderas urgencias, de los casos que ponen en peligro la vida, de los pacientes con afecciones graves que los médicos de familia no podrían ver. Desgraciadamente, éste es uno de los motivos de insatisfacción de los médicos de urgencias”, acentuó Ángela.
Junto a la cuestión salarial, está el asunto del reconocimiento profesional y un problema agravado por la Covid: la conciliación de la vida laboral y familiar. «Más allá del médico, hay un ser humano y hoy en día ya no tenemos ese tiempo, el tiempo de los padres, de las madres, de los abuelos y de los amigos. Los horarios de trabajo ya no se respetan: deberíamos trabajar 38 horas semanales, pero, según nuestra última encuesta, la media semanal es de 65 horas», agregó Pierino Di Silverio. A pesar de todo, el duro trabajo del personal sanitario de los hospitales sigue siendo el principal punto de contacto entre la gente y la sanidad pública.
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