Las crisis emocionales son una expresión natural del desajuste psicológico. Pueden surgir ante diferentes tipos de estímulos activadores desagradables que se presentan en nuestro entorno como: eventos traumáticos, situaciones de alta tensión o estrés que desencadenan una respuesta emocional intensa y desorganizada en la persona afectada.

Comprender qué es una crisis emocional resulta fundamental para poder actuar de manera adecuada. Una estrategia  es brindar los primeros auxilios psicológicos, que no son otra cosa que una intervención en una sola sesión con el propósito de estabilizar a la persona.

Primer paso: entender de qué se trata

Las crisis emocionales se definen como períodos de inestabilidad psicológica caracterizados por una desorganización en los pensamientos, emociones, sensaciones y conductas. Pueden aparecer de manera inesperada, lo que a menudo dificulta que la persona reconozca que está atravesando una crisis.

Es importante entender que todos podemos experimentar episodios de ansiedad como respuesta a ciertas situaciones, pero esto no necesariamente implica la presencia de un trastorno. Sin embargo, cuando surge una crisis emocional, la búsqueda de tratamiento adecuado con un profesional de la salud mental es esencial para garantizar el bienestar y prevenir complicaciones.

La sintomatología de las crisis emocionales puede manifestarse de diversas formas y afectar varios ámbitos de la experiencia humana. Las conductas pueden incluir inquietud, problemas para moverse o comportamiento impulsivo. En cuanto a las sensaciones físicas, es común la sudoración, palpitaciones y dificultad para respirar.

Habitualmente inician en la ambivalencia afectiva, es decir, las emociones que se experimentan generalmente son aquellas que producen malestar emocional, mientras que a nivel cognitivo se caracterizan por pensamientos rumiativos, que son pensamientos desagradables, repetitivos , persistentes, desorganizados e intrusivos.

Estos síntomas son respuestas al estímulo activador y pueden tener un impacto significativo en el funcionamiento diario de la persona, generando un estado de desorden psicológico que requiere atención.

 

Segundo paso: Primeros Auxilios Psicológicos

En estos casos, los Primeros Auxilios Psicológicos se convierten en una herramienta vital para brindar apoyo inmediato y estabilizar a la persona en crisis.

Se trata de intervenciones breves cuyo objetivo es ayudar a la persona a estabilizarse en la situación estresante y restablecer su funcionalidad emocional.

Si bien, todas las personas pueden brindar estos primeros auxilios, para que estas intervenciones sean efectivas, es fundamental contar con una capacitación adecuada, basada en una comprensión profunda de las experiencias que pueden detonar una crisis, evitando cuestionar e invalidar la historia del otro.

También es esencial entender la importancia de brindar una atención compasiva y digna, libre de sesgos y creencias personales, así como adquirir herramientas y habilidades específicas para atender a personas en situación de crisis emocional. En este sentido, aquellas personas que no se sientan preparadas para intervenir deben mantener la calma y buscar asistencia profesional lo antes posible.

Proporcionar un entorno seguro es otro aspecto fundamental de los PAPS. Se recomienda situar a la persona en un espacio tranquilo y sin aglomeraciones, donde pueda sentirse protegida. Además, es importante evitar el contacto físico sin consentimiento, ya que esto podría intensificar la crisis si la persona no se siente cómoda o preparada para ello.

Escuchar sin juzgar es otra estrategia esencial durante la intervención, ya que sienta las bases para generar la confianza necesaria para que la persona en crisis se exprese sin presiones. Asimismo, evitar comentarios que invaliden sus emociones es clave para fomentar un entorno de apoyo.

Durante la intervención, es importante evitar indagar sobre la causa de la crisis, ya que hacerlo podría reactivar la experiencia traumática y empeorar la situación. La comunicación debe ser clara y sencilla, mediante un lenguaje accesible que facilite la comprensión y la cooperación de la persona en crisis.

Ayudar es posible siempre y cuando se cuente con la formación adecuada y se actúe de manera compasiva y eficaz.

La atención en estos momentos puede marcar una diferencia significativa en el proceso de recuperación, pues si la persona se estabiliza podrá retomar su rutina diaria sin mayores dificultades.

Si las crisis son recurrentes, lo mejor es  buscar atención psicológica.