Un equipo de investigadores acaba de hacer público el hallazgo de una nueva especie de búho de los bosques en África Central. Concretamente vive en isla de Príncipe (Santo Tomé y Príncipe)y sus características se describen en la revista ZooKeys.
Gracias a múltiples evidencias como su morfología, color, patrón de plumaje, vocalizaciones y genética se ha descrito esta ave a la que se ha llamado oficialmente como búho de Príncipe, o Otus bikegila.
Los datos fueron recopilados y procesados por un equipo internacional dirigido por el centro de investigación CIBIO y encabezado por Martim Melo también del Museo de Historia Natural y Ciencias de la Universidad de Oporto (Portugal), Bárbara Freitas, investigadora además del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) y Angelica Crottini.
‘Otus’ es el nombre genérico dado a un grupo de pequeños búhos que comparten una historia común. Se encuentran en toda Eurasia y África e incluyen especies tan extendidas como el autillo euroasiático (Otus scops) y el autillo africano (Otus senegalensis).
Los científicos que están detrás del descubrimiento explican que el epíteto de la especie ‘bikegila’ fue elegido en homenaje a Ceciliano do Bom Jesus, apodado Bikegila, un antiguo recolector de loros de la isla de Príncipe y ahora guardián del parque natural.
«El descubrimiento del autillo de Príncipe solo fue posible gracias a los conocimientos locales compartidos por Bikegila y a sus incesantes esfuerzos por resolver este largo misterio», dicen los investigadores. «Como tal, el nombre también pretende ser un reconocimiento a todos los ayudantes de campo locales que son cruciales para avanzar en el conocimiento de la biodiversidad del mundo».
Un chillido muy peculiar que lo delata
En la naturaleza, la forma más fácil de reconocer a uno de estos animales sería su singular llamada; de hecho, fue una de las principales pistas que llevaron a su descubrimiento.
«La llamada única de Otus bikegila es una nota corta «tuu» repetida a un ritmo rápido de aproximadamente nota por segundo, que recuerda a las llamadas de los insectos. Suele emitirse a dúo, casi al caer la noche», explica Melo.
Se estudió exhaustivamente toda la isla de Príncipe para determinar la distribución y el tamaño de su población. Los resultados muestran que el autillo solo se encuentra en el bosque autóctono antiguo que queda en la parte sur deshabitada de la isla. Allí ocupa un área de unos 15 km2, aparentemente debido a su preferencia por las zonas más bajas.
Especie en peligro crítico
Debido a que todos los individuos de la especie se encuentran en esta única y muy pequeña ubicación (de la que una parte se verá afectada en un futuro próximo por la construcción de una pequeña presa hidroeléctrica), los investigadores han propuesto que se la clasifique como «en peligro crítico», el nivel de amenaza más alto de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Naturaleza (UICN, por sus siglas en inglés). Esta recomendación aún debe ser evaluada.
El seguimiento de la población será esencial para obtener estimaciones más precisas de su tamaño y sus tendencias. Para ello, se ha diseñado y probado con éxito un protocolo de prospección basado en el despliegue de unidades de registro automático y de inteligencia artificial para recuperar los datos de éstas.
«El descubrimiento de una nueva especie que se evalúa inmediatamente como altamente amenazada ilustra bien la situación actual de la biodiversidad», dicen los científicos. «Como nota positiva, el área de aparición del autillo de Príncipe está totalmente incluida en el Parque Natural del Príncipe Obô, por lo que esperamos que eso ayude a asegurar su protección», continúan.
La octava ave endémica de Príncipe
Se trata de la octava especie conocida de ave endémica de Príncipe, lo que pone de manifiesto el nivel inusualmente alto de endemismo de aves para esta isla de solo 139 km2.
Los datos genéticos indican que, sorprendentemente, la isla fue la primera del Golfo de Guinea en ser colonizada por una especie de ave. «Aunque pueda parecer extraño que una especie de ave permanezca sin descubrir para la ciencia durante tanto tiempo en una isla tan pequeña, éste no es en absoluto un caso aislado en lo que respecta a los búhos», resaltan los autores.
Un ejemplo es el búho de Anjouan que fue redescubierto en 1992, 106 años después de su última observación, en el archipiélago de Comoro, y el búho de Flores redescubierto en 1994, 98 años después del informe anterior.
«El descubrimiento de una nueva especie de ave es siempre una ocasión para celebrar y una oportunidad de llegar al público en general sobre el tema de la biodiversidad», dice Melo. «En esta época de extinción impulsada por el ser humano, debería realizarse un gran esfuerzo mundial para documentar lo que pronto podría dejar de existir», afirman él y su equipo.
Las aves son probablemente el grupo animal mejor estudiado. Por ello, el descubrimiento de una nueva especie de ave en el siglo XXI subraya “tanto la actualidad de las exploraciones sobre el terreno destinadas a describir la biodiversidad, como el hecho de que este esfuerzo impulsado por la curiosidad tiene más probabilidades de éxito cuando se combina: conocimiento ecológico local, participación de naturalistas aficionados entusiastas y la persistencia», concluyen
Los investigadores creen que esta «nueva ola de exploración, llevada a cabo tanto por profesionales como por aficionados», contribuirá a reavivar el vínculo con el mundo natural, lo que será esencial para ayudar a revertir la crisis mundial de la biodiversidad.
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