Estados Unidos
«De mayor quiero ser astronauta» es algo que dicen muchísimos niños y que solo unos pocos llegan a lograr. Sin embargo, todos los que sueñan con ir al espacio pueden recrearlo en Space Camp, un campamento infantil en Estados Unidos dedicado por completo a los viajes más allá de la Tierra.
Simular misiones en el espacio, entrenar como hacen los astronautas de la NASA o sentir la emoción de una cuenta atrás antes de un lanzamiento son algunas de las experiencias que los locos bajitos con ambiciones estratosféricas pueden disfrutar en Space Camp, que desde 1982 está situado en una ciudad de Alabama llamada Huntsville.
Aunque no tiene la fama de Houston o Cabo Cañaveral, Huntsville también cuenta con una gran historia aeroespacial, hasta el punto de que su apodo es «The Rocket City» (La ciudad de cohetes).
Fue en Huntsville donde Wernher von Braun diseñó el cohete Saturno V, empleado, por ejemplo, en la misión Apolo XI para llegar por primera vez a la Luna, y también en esta ciudad con una importante actividad científica se encuentra el Centro de Vuelo Espacial Marshall de la NASA.
Space Camp está situado junto al Centro Espacial y de Cohetes de Estados Unidos, un museo de la NASA sobre la conquista del espacio con un descomunal Saturno V presidiendo la sala central.
National Geographic, que el próximo 12 de noviembre estrena la segunda temporada de la serie «Mars» sobre una hipotética colonización del planeta rojo, invitó a un grupo de medios, entre ellos Efe, a visitar las instalaciones de Space Camp para ver cómo los niños aprenden, mientras juegan, sobre los enigmas del espacio.
Así, los pequeños, con trajes azules de la NASA como si estuvieran preparándose para viajar al infinito y más allá, pueden dar tropecientas vueltas en el simulador multieje o experimentar la gravedad de la Luna gracias a un juego de arneses que les permite casi flotar en el aire.
El programa de Space Camp, con diferentes planes para menores de 9 a 18 años, también incluye lecciones prácticas de submarinismo o clases científicas sobre cómo construir el mejor aislante térmico para un cohete.
La simulación al completo de una misión espacial, desde el despegue al aterrizaje, es el punto culminante del entrenamiento, donde los niños deben unir esfuerzos para que todo salga según lo previsto.
Con puestos que van del comandante de la nave al director de vuelo en el centro de control, los participantes recrean la misión, incluidos los experimentos científicos o los paseos espaciales.
Y, como todo es un juego, hasta se pueden reír cuando alguien suelta el peor presagio de un viaje espacial: «Houston, tenemos un problema».
Tras haber acogido a 800.000 personas de 150 países desde que abrió sus puertas, según datos de sus responsables, Space Camp, que también ofrece estancias para adultos, pone el énfasis en el trabajo en equipo y la colaboración más allá de razas y naciones, un enfoque que recuerda a la utopía interestelar de «Star Trek».
«Llegas a ver la pasión que los niños tienen por la ciencia y el espacio. Pero también ves cómo trabajan juntos (…), combinándose, conociéndose, encontrando sus debilidades y fortalezas y trabajando como un equipo», dijo a Efe una de las monitoras de Space Camp, Jillian Sweat.
«Creo que mi generación está planeando ir a Marte y estos niños serán la generación que nos lleve ahí, así que es muy importante para ellos saber lo que se está planificando y entusiasmarse con ello», añadió.
En el mismo sentido, Mónica Araya, experta costarricense en la lucha contra el cambio climático y asesora para National Geographic en «Mars», subrayó en declaraciones a Efe la importancia de la divulgación para que la ciencia «no se quede en burbujas de especialistas».
«Los seres humanos, en general, tenemos un sesgo hacia el corto plazo, lo cotidiano. Estamos hechos para lidiar con lo que tenemos enfrente», apuntó Araya sobre la dificultad de concienciar acerca de asuntos como el cambio climático o la exploración espacial, que van más allá de una generación.
«Es importante que los niños tengan ventanas muy abiertas a temas que trascienden su vida cotidiana. La ciencia, el espacio, los recursos naturales, la naturaleza… Todo esto abre ventanas», dijo.
«En esa medida, es vital reconectar a los niños con esas posibilidades. Y si no lo hacemos, tenemos mucho que perder y caer en el inmediatismo del jueguito, del centro comercial y todo lo que distrae«, concluyó.
por: David Villafranca/ EFE
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