España.

Cada volcán representa un desafío distinto. Aunque existen similitudes entre los que se encuentran en Islandia, en la isla Decepción (Antártida), en el norte de Japón o en el sureste de España, cada uno posee un funcionamiento particular. Así lo explicó Antonio Álvarez Valero, profesor del Departamento de Geología de la Universidad de Salamanca (USAL), especialista en petrología geoquímica.

El investigador detalló que su equipo trabaja en la datación y estudio de los procesos internos de los volcanes mediante señales cosmogónicas, es decir, partículas generadas por los rayos cósmicos que bombardean la superficie terrestre. “Este método nos ha permitido adaptar por primera vez la edad inicial de la formación del volcán Decepción, que nació en un ambiente submarino y comenzó a recibir este bombardeo cósmico cuando emergió. La edad mínima para su formación es de unos cuatro millones de años, mientras que el colapso de la caldera se produjo hace aproximadamente cuatro mil años”, explicó.

El proyecto, dirigido desde la USAL en colaboración con grupos internacionales, busca entender cómo funcionan las cámaras magmáticas en volcanes de ambientes polares —en la Antártida, el Ártico y regiones de alta altitud con clima subpolar—. “Hemos sido capaces de separar la señal natural del volcán de la señal que proviene del exterior. Esta última nos ha permitido establecer una edad mínima del momento en que el material quedó expuesto”, señaló Álvarez Valero.

El grupo utiliza técnicas de geoquímica e isotopía para rastrear la evolución del magma desde las profundidades hasta su salida a la superficie. “El helio-3 solo aparece en el manto terrestre desde la formación del planeta. Si obtenemos valores anormalmente altos, es porque parte de esa señal proviene de fuera. Conociendo la tasa de producción de los radionucleidos, podemos estimar cuánto tiempo ha estado expuesta una superficie a ese bombardeo”, detalló.

Según el especialista, el estudio propone una tasa de producción de radionucleidos más alta para latitudes polares de lo que se había calculado hasta ahora, lo que tiene implicaciones para disciplinas como la geoquímica, la astronomía y la física planetaria. “Nuestro grupo se caracteriza por su enfoque interdisciplinar. Intentamos comprender cómo funciona un sistema magmático antes de que ocurra la erupción, abordando el problema desde distintas perspectivas científicas”, subrayó.

Álvarez Valero recordó además que, en vulcanología, cualquier volcán que haya tenido actividad en los últimos 10 mil  años se considera activo. “En zonas tan remotas y de clima extremo, estamos viendo que los valores actuales son parecidos a los de las grandes erupciones pasadas. Esto podría indicar que existen distintas cámaras magmáticas a diferentes profundidades, algunas de ellas recargándose y desgasificación lentamente”, indicó.

El investigador destacó que los avances en predicción volcánica dependen del conocimiento detallado de las erupciones previas. “Desde la USAL colaboramos con los grupos más punteros del mundo, en Islandia y Japón, combinando geoquímica, geofísica y teledetección. Nuestro laboratorio de isótopos estables, con más de 30 años de trayectoria, es una referencia nacional y competitiva internacionalmente. Avanzar en predicción volcánica implica conocer con la mayor precisión posible las erupciones pasadas; esa es la clave para anticipar las futuras”, concluyó Álvarez Valero.

Por: Universidad de Salamanca (USAL).