Iberoamérica. 

Junto con el crecimiento de la población, la demanda de maíz aumentará rápidamente en un futuro cercano, pero el cambio climático podría reducir hasta casi 20 por ciento el rendimiento de este cultivo y afectar su disponibilidad, advierte un artículo publicado en Scientific Reports.

Entre las posibles medidas para mitigar este efecto, el estudio indica que existe un potencial creciente de rendimiento para casi la mitad de la superficie de siembra de maíz en el mundo, donde la situación climática sería más adecuada. Esto surge de dos escenarios que plantea la investigación: “La cosecha mundial de maíz aumentaría levemente con un calentamiento de 1,5℃ global, pero disminuiría bajo un calentamiento de 2℃”, explicó a SciDev.Net Kuo Li, uno de los autores del reporte y miembro de la Academia China de Ciencias Agrícolas.

“Las precipitaciones aumentarían en muchas regiones, lo que podría mejorar las condiciones de siembra”, agregó Li. “Aunque no logramos describir la influencia detallada del cambio climático en el mercado mundial de comercio” del grano, “sería una gran noticia que el calentamiento se limitara a niveles por debajo de 1,5℃, lo que nos daría la oportunidad de bajar o incluso evitar las pérdidas”, insistió. Pero “si no tomamos medidas ahora, la seguridad alimentaria se convertirá en un problema para los países en desarrollo, desarrollados y no desarrollados”, alertó.

En ese caso, “las pérdidas de producción a nivel mundial podrían provocar shock de precios y restricciones a las exportaciones” para un sistema alimentario cada vez más interconectado, recuerda el estudio.

La investigación analizó la situación del maíz en 83 países y observó los posibles escenarios de calentamiento con respecto a las temperaturas registradas en 1986-2005. Sus proyecciones se obtuvieron mediante modelos climáticos que tuvieron en cuenta las emisiones de gases de efecto invernadero, las características del suelo, los parámetros genéticos de las diferentes variedades y el manejo de los cultivos.

En el escenario de 1,5°C por ciento de aumento, el rendimiento bruto del maíz fluctuaría entre una caída del 6,8 por ciento y una suba del 7,2 por ciento. Habría pérdidas en Brasil (20%), Argentina (14,7%) y China (3,7%).

En un escenario de 2°C, el rendimiento mundial del maíz disminuiría entre el 3 y el 18,7%. Las pérdidas alcanzarían 24% en Brasil, 13,3% en Estados Unidos y 11,5% en China.

“Para un mundo con un calentamiento inferior a 2°C, los impactos globales del cambio climático pueden reducirse en gran medida gracias al comercio, la adaptación y las innovaciones tecnológicas”, explicó Wei Xiong, del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y también autor del estudio. En el segundo escenario, “los daños climáticos se harán más prominentes, lo que dará lugar a costes mucho más elevados para adaptarse y hacer frente a la situación”, añadió.

Pero el estudio también destaca que “mientras tanto, las enormes diferencias en los cambios de rendimiento en las distintas regiones ofrecen una pequeña oportunidad al mundo”.

De acuerdo con las proyecciones, en el escenario de 1,5°C de aumento habría tendencias al alza en Estados Unidos (0,5%) y México (50%), y con 2°C de aumento habría ganancias en Argentina (16,8%) y México (40%).

Las pérdidas en las cosechas de China y Brasil, dos de los mercados de maíz más relevantes del mundo, tendrían grandes consecuencias para el comercio global del cultivo, agregó Xiong.

“Este shock puede superarse mediante cambios en los precios y sustituciones de regiones”, planteó.

La primera medida podría aumentar el suministro de maíz a nivel global. La segunda sería factible mediante desplazamientos en la producción desde Sudamérica hacia Norteamérica, donde el nuevo escenario climático resultaría más beneficioso. Esa posibilidad, aclaró Xiong, no tiene en cuenta las incertidumbres relacionadas al factor humano, como los conflictos comerciales entre China y estados Unidos.

Más allá de eso, la pérdida de cosechas “puede tener consecuencias nefastas en lugares pobres, como los países africanos que dependen del maíz importado para su consumo alimentario”, agregó.

En el caso de las regiones que aumentan su rendimiento, hay que aprovechar al máximo el potencial de los recursos climáticos para garantizar el maíz; en aquellos que lo reducen, deberían tomarse medidas de adaptación con antelación.

Estas medidas incluyen alertas tempranas de eventos extremos, tecnología de prevención de desastres, infraestructura de tierras de cultivo y mecanismos de seguro, dijo Xiong.

Estados Unidos ya está aplicando subvenciones agrícolas y tecnología de inteligencia artificial, mientras que China ha invertido en sistemas de riego, eliminado las barreras del mercado para la maquinaria pequeña y desarrollado variedades resistentes al clima.

“La medida de mitigación más importante es reducir la utilización de fertilizantes y pesticidas, que representan una gran proporción de las emisiones de gases de efecto invernadero”, añadió Li.

Para mantener su fertilidad, los suelos deben ser porosos y absorber agua, recordó a SciDev.Net Miriam Barraco, agrónoma del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de Argentina, quien no participó en el estudio. Esto puede lograrse mediante la rotación de cultivos o la siembra tardía, un método que pretende favorecer la floración en los meses más lluviosos. Mientras que esto es posible en países como Argentina, no se puede hacer en lugares como Estados Unidos debido a las nevadas.

A largo plazo, “tenemos que mejorar nuestra capacidad de gobierno, perfeccionar las instituciones y reformar los esquemas de globalización para alcanzar un mundo justo, sostenible y con hambre cero”, dijo Li.

Mientras tanto, hay que prestar más atención al riesgo de inestabilidad comercial, especialmente para los países en desarrollo y no desarrollados.

Una estrategia enfocada en reducir esas fluctuaciones daría mayor equilibrio a la oferta y la demanda, y fijaría precios más justos. Pero si la Humanidad busca garantizar la seguridad alimentaria mundial, sugirió Li, debería ir aún más lejos, fortaleciendo la idea de un futuro compartido.

Por: Pablo Corso en SciDev.Net América Latina y el Caribe.