Madrid, España
Hesham y Samir tiran del cante y las palmas para explicar las pocas diferencias que, según defienden, hay entre el flamenco y la música tradicional egipcia y con la mente puesta en el conflicto entre Israel y Hamás reivindican la fuerza de la cultura y la música para seguir viviendo a pesar del horror porque «si no, ganan los que quieren la guerra».
Ambos músicos egipcios ofrecieron un concierto de «Flamenco egipcio» junto al guitarrista español Paco Soto esta semana en la Casa Árabe de Madrid, donde actuaron a pesar de «estar tocados» por la situación en Gaza, pero con las ganas de acercar estos estilos musicales al público general y también a los que están más acostumbrados a este folclore.
Hesham Essam se encuentra de paso por España y donde, junto a su compatriota Samir Elturky, residente en Madrid, ideó un recital en el que se hiciera un recorrido por las similitudes de ambos estilos musicales.
«Están muy cerca, cuando escucho flamenco y música antigua de Egipto se me parecen mucho, la forma, el compás, los palos… a mí me gusta la fusión de ambos y cuando escucho a los cantaores de flamenco y de la egipcia me llevan al mismo sitio, el lenguaje es diferente, pero la música es un mismo idioma», cuenta a EFE Essam, laudista.
Y es que a su juicio, «el alma del flamenco mezcla muy bien con el de la música antigua egipcia» y cuando «dos personas no se pueden entender porque no hablan el mismo idioma, la música hace que se sientan y se acaben entendiendo».
Músicas «patrimonio nacional» que necesitan «más apoyo»
Para Samir, tanto el flamenco como la música tradicional egipcia, que cuenta con muchas diferencias y peculiaridades según la zona donde se produzca dentro del país, son «patrimonio nacional» y «signos de identidad» pero a pesar de ello no reciben todo el apoyo y el reconocimiento que deberían.
«El flamenco no está tan valorado como debería en España, lo que está pasando aquí es que solo hay sitios para turistas, tablaos comerciales, pero el flamenco necesita más apoyo y más valor porque es una de las músicas más antiguas y únicas», dice.
Una situación muy similar a la del folclore egipcio, «que se está perdiendo» porque «no se está apoyando».
«Se hace solo en eventos pequeños o en asociaciones culturales, pero gusta mucho, se escucha mucho, hay que buscar a la gente que sabe, lo que queda de ellos, para apoyarlos, ellos tienen que cantar, dar conciertos, ganar dinero porque si no lo van a dejar y van a hacer otros trabajos para poder vivir, falta apoyo cultural y económico», critica.
Y es que, según cuenta, ambas músicas son a veces más reclamadas fuera de sus países: «el público existe, a la gente le gusta mucho, eso está claro, pero hay que invertir».
Música en tiempo de guerra
Essam subraya que «nunca bajo ningún concepto ni circunstancia» dejará de tocar el laud -«únicamente cuando mi mano no funcione»- y defiende que «los artistas tienen un mensaje» que transmitir al mundo y sus instrumentos son «sus armas» para hacerlo.
En esa línea, el laudista cuenta que ante su concierto en Casa Árabe «hubo gente» a su alrededor que les preguntó «cómo iban a tocar» con «la gente muriendo» por el conflicto entre Hamás e Israel.
«Estoy triste por lo que pasa, quiero que la gente viva en paz pero la música es algo importante, no puedo parar mi arte, el concierto ayudará, ayudará a la gente a entender otras cosas y que estén más calmados y relajados», considera.
Lo mismo opina Samir, quien espera que «la paz llegue cuanto antes», pero recuerda que mientras tanto la gente «tiene el derecho de disfrutar» de la cultura.
«Obviamente estamos tocados por lo que esta pasando, pero si no hacemos música, entonces si que gana la guerra, si no la trabajamos, si vamos a estar en casa quietos y llorando, entonces si que gana la guerra, la tensión que quieren ellos», remacha.
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