El Día Mundial contra el Dolor se celebra hoy con el objetivo de concienciar sobre el impacto del dolor crónico, una condición que afecta a más del 18% de la población española. En el caso de dolor neuropático, que representa el 25% de los casos, menos del 60% de los pacientes logran alivio adecuado con tratamiento farmacológico.
Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), más del 30 % de los españoles sufre algún tipo de dolor, principalmente mujeres y personas de entre 45 y 54 años. Además, más de un 5% lo padece diariamente. El dolor crónico se define como aquel que persiste por más de tres meses, convirtiéndose en una entidad patológica que afecta significativamente la calidad de vida de quienes lo sufren.
Alan Luis Juárez-Belaúnde, coordinador del Grupo de Estudio de Dolor Neuropático de la SEN, destaca que el dolor neuropático “es más intenso y difícil de tratar que otros tipos de dolor crónico. Afecta áreas específicas del cuerpo y a menudo se asocia con condiciones como diabetes, dolor lumbar o secuelas quirúrgicas. Además, su diagnóstico suele ser complicado, ya que tiende a coexistir con otros tipos de dolor”.
Depresión, ansiedad y trastornos del sueño
El dolor neuropático afecta a más de tres millones de personas en España, con 400.000 nuevos casos anuales. La depresión, la ansiedad, la fatiga y los trastornos del sueño son significativamente más prevalentes en pacientes con dolor neuropático en comparación con otros tipos de dolor: el 60% padece trastornos del sueño, el 42% fatiga, el 34% depresión y el 25% ansiedad. Además, el 41% de los pacientes ha sufrido dolor durante más de cinco años, y el 40% de los que han recibido atención para su dolor indican que no están satisfechos con los resultados. Un 65% ha tenido que restringir sus actividades diarias, y el 82% considera que este dolor ha tenido un impacto significativo en su calidad de vida.
“Una evaluación correcta de cada paciente y un diagnóstico adecuado son fundamentales para intentar mejorar el manejo del dolor neuropático. Identificar correctamente este tipo de dolor puede no resultar sencillo, ya que es muy común que coexista con otros tipos de dolor», explica Juárez-Belaúnde. “Es necesario mejorar el diagnóstico tanto del dolor neuropático en sí, como de las comorbilidades que suelen estar presentes en los pacientes con dolor crónico para que, tratados de manera temprana e integral, se pueda mejorar la calidad de vida de los pacientes”, destaca.
En opinión de este experto, aunque aún se necesitan fármacos más eficaces a largo plazo, es clave ofrecer acceso a equipos transdisciplinares y facilitar que los pacientes adopten medidas no farmacológicas adaptadas a sus necesidades individuales.
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