Por María Luisa Santillán, DGDC-UNAM
En 2013, México ocupó el primer lugar en obesidad infantil, lo que significa que un tercio de los niños mexicanos padece de sobrepeso u obesidad. Esta cifra señala que esta problemática no es propia de los adultos, sino que también los menores están siendo afectados por este padecimiento que contribuye a que en otras etapas de su vida aparezcan enfermedades como la diabetes, la hipertensión arterial o incluso el cáncer.
De acuerdo con la doctora María del Carmen Sánchez Mora, de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGDC) de la UNAM, para atacar la obesidad en necesario enfocarla desde distintos ángulos.
Uno de ellos es el educativo, es decir, enseñarle a la población qué alimentos hacen daño y por qué; y el segundo consiste en darle alternativas para poder adquirir alimentos saludables a precios accesibles, como sustitutos de aquellos que compran por ser más baratos o porque no son perecederos.
Como parte de esta problemática puede citarse un aumento en el consumo de comida chatarra, es decir, de aquellos alimentos ricos en grasas, azúcares y sal, como las pizzas, las botanas y los refrescos azucarados, entre otros.
Advirtió que este tipo de alimentación se ha convertido en un símbolo de estatus para quien los consume, lo cual dificulta aún más su combate.
La autora del libro La obesidad, recién editado por la DGDC como parte de la colección ¿Cómo ves?, explicó que muchas veces “son los propios padres los que inician a los hijos en este tipo de alimentación, ya sea por su bajo costo, por la rapidez de su preparación o porque ellos mismos creen que esa comida es buena, sabrosa y otorga prestigio social”.
Asimismo, comentó que el problema de la obesidad en nuestro país está relacionado con los cambios en la dinámica social y familiar, ya que años antes las familias comían alimentos preparados en casa, en un ambiente tranquilo y todos juntos a una misma hora. En la actualidad esto se ha perdido y hoy es más común comer en la calle alimentos que generalmente aportan demasiadas calorías y pocos nutrimientos.
“Si los padres trabajan fuera de casa todo el día, es muy probable que no tengan tiempo para ocuparse de lo que sus hijos comen. La soledad que los niños y jóvenes pueden experimentar, los hace pasar por etapas de decaimiento físico y emocional. La depresión puede llevarlos a refugiarse en la comida y a no realizar actividades físicas. Ambas actitudes, está comprobado, son causa de obesidad”, explicó en su libro.
Costumbres alimentarias adoptadas
En el libro La Obesidad, la doctora Sánchez Mora expone a través de la divulgación científica distintos aspectos relacionados con la obesidad y la nutrición, por lo que da un contexto del por qué estamos viviendo actualmente este problema de salud pública en México.
Señaló que somos el resultado de una política alimentaria que es consecuencia de los últimos 60 o 70 años y que tiene su origen en Estados Unidos, país que promovió un exceso en la producción de maíz durante la posguerra, con el fin de tener alimento suficiente para toda su población.
Esta sobreproducción de maíz trajo como consecuencia subproductos como el jarabe de maíz y el surgimiento de alimentos envasados y procesados, que cabe destacar fueron vistos como símbolo de la modernidad a mediados del siglo pasado.
“Añadir mucha azúcar, grasa de baja calidad y endulzantes empieza a generar que una gran parte de esa población empiece a subir de peso, lo que provocó que en los años 70 se empezaran a detectar muchos casos de obesidad en Estados Unidos, los cuales en ese momento aún no se veían aquí”.
Posteriormente, esta cultura alimentaria fue adoptándose en nuestro país, al grado que se han dejado de consumir alimentos que forman parte de nuestra tradición culinaria, ya que se ha priorizado el consumo de alimentos procesados, pre cocidos o congelados. La penetración de las estas costumbres norteamericanas en México –dijo– han tenido un impacto en la genética de la población, lo que provoca un aumento de casos de obesidad y diabetes.
Saber qué comer
La obesidad puede erradicarse si se consolidan los buenos hábitos alimenticios desde la infancia. Por lo que una de las aportaciones de esta obra es que está dirigida sobre todo a los jóvenes, con el fin de mostrarles cuáles son las consecuencias de tener una mala alimentación, qué tipo de alimentos es más conveniente elegir para mantener una vida más saludable, cómo pueden combinar algunos de ellos y qué beneficios le aportan a su organismo.
La especialista señaló que cuando los adolescentes se vuelven más independientes y cuentan con dinero propio, adquieren patrones de alimentación más acordes a las demandas sociales. Agregó que es importante informarlos para que estén conscientes de esta problemática y aprendan qué comer, qué alimentos garantizan una dieta equilibrada y cuáles son los beneficios o daños que provocan algunas dietas alimenticias.
Sin embargo, la doctora Sánchez Mora reconoció que la obesidad no solo está relacionada con la alimentación, sino que los científicos tienen que estudiar más a fondo cuál es el origen, ya que existen factores, como la discriminación y el querer pertenecer a un estatus social, que están siendo partícipes de la epidemia que estamos viviendo.
Consulta la nota original aquí: https://ciencia.unam.mx/leer/341/Obesidad_lado_malo_de_la_modernidad
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