La Paz, Bolivia.

 

 

Lechugas, albahaca y apio, entre otros, son parte de la producción sostenible del primer ‘Huerto Smart Educativo’ de Bolivia, un proyecto creado por jóvenes que une el cultivo hidropónico con la tecnología y educación para contribuir a la seguridad alimentaria local y aportar a la adaptación al cambio climático.

La idea fue gestada mediante una alianza entre la organización Movimiento Propacha y la empresa desarrolladora de tecnología Cruz Verde La Paz Srl., ambas integradas por jóvenes menores de 33 años, dijo a EFE Guillermo Mallea, director ejecutivo de la primera entidad.

La unión entre ambos «ha permitido hacer un modelo que busca transformar a las unidades educativas en centros de producción con muy buenos resultados», señaló.

Los jóvenes se postularon en 2022 al Fondo de Iniciativas Ciudadanas (FIC) del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF en inglés), consiguiendo el apoyo para instalar un primer prototipo del huerto en el colegio Felipe II en La Paz.

En 2023 fueron reconocidos entre las 50 mejores ideas de soluciones climáticas lideradas por jóvenes en el mundo, dentro de la iniciativa Youth4Climate que impulsan el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Gobierno de Italia.

A esa convocatoria se presentaron 1.100 propuestas de 63 países, y los ganadores recibieron financiación que, en el caso de los bolivianos, les permitió montar un segundo huerto en el colegio Hugo Dávila, también en La Paz, e inaugurar próximamente el tercero en el barrio periurbano de Callapa.

También fue importante el apoyo de la Alcaldía de La Paz, uno de sus «aliados estratégicos» junto al PNUD.

 

Huerto 2.0

 

El último piso de uno de los bloques del colegio Hugo Dávila acoge al ‘Huerto Smart 2.0’, con una capacidad para producir unas 1.500 plantas, entre grandes y «bebés», con la intervención de 350 escolares de 12 y 13 años, indicó Mallea.

El invernadero tiene un área para mezclar los nutrientes que se echarán al agua para el riego de las plantas y otra de empaque.

Los espacios mayores se usan para germinar las semillas y para el desarrollo de las plantas con el método de la hidroponía, el cultivo sin suelo en una estructura que contiene el agua fortificada.

El huerto incluye tecnologías desarrolladas por Cruz Verde, como el ‘Cerebelum’, «un cerebro inteligente que puede conectar un invernadero y todas las máquinas a una aplicación para ser controlado» remotamente, explicó a EFE Félix Angulo, el gerente general de la empresa.

Con esta tecnología es posible controlar desde un teléfono móvil las luces del germinador, los ventiladores y las bombas de agua, por lo que sólo se requiere una visita semanal para revisar que todo esté en orden.

Esta versión del ‘Cerebelum’ también permite «sugerir ciertos horarios para que se repitan cada día y conseguir una producción exitosa», y una segunda que está en desarrollo tendrá «sensores y otro tipo de alarmas» para prevenir pérdidas o fugas de agua, y «monitorear en tiempo real la producción», agregó.

También está el ‘Baby Plant’, un germinador de cuatro pisos capaz de hacer brotar «en menos de un metro cuadrado más de mil plantas a la vez».

 

Más objetivos

 

Los escolares visitan el huerto una vez por semana y tuvieron su primera cosecha hace unos días. La venta de los productos permite la autosostenibilidad del proyecto, pues con lo recaudado se reinicia el ciclo de producción.

Mallea destacó que se apunta a ofrecer alimentos «de una mejor calidad, con una mejor inocuidad y al alcance de los padres», que son los compradores, con el fin también de disminuir la dependencia alimentaria de La Paz.

La meta es llegar al centenar de huertos inteligentes en escuelas, hogares de ancianos u orfanatos, entre otros, para «duplicar la cantidad de alimentos que se producen actualmente en el municipio», indicó.

Angulo resaltó que también se busca transformar la agricultura boliviana, que actualmente tiene rezagos tecnológicos.

«Dar estos saltos con el apoyo del internet y de instituciones nos permite hacer llegar tecnología de una manera más veloz a nuestra población y no tener que esperar diez años a que estas tecnologías bajen de precio, sino desarrollarlas nosotros mismos desde aquí con las piezas que están a nuestro alcance», afirmó.