Colombia.
Una casa y una huerta, una receta para recuperar tradiciones, cultura y también la paz en Colombia.
Me gusta cocinar, me gusta arreglar la huerta, me gusta… Ahora sí, como el cuento, untarme mis uñas de tierrita. ¿Por qué? Porque uno sabe qué está sembrando y sabe qué le está echando a la olla”, destacó una ciudadana.
El conflicto armado que vive Colombia generó el desplazamiento de más de 7 millones de campesinos que llegaron a las ciudades escapando de la guerra, lo que también afectó su forma de cocinar y de comer.
“La alimentación se ha reducido a veces a una carga nutricional o a un número de calorías y no es eso solo el alimento. El alimento también está cargado de un simbolismo que también es importante, de una cultura, de un territorio. Y cuando hablamos del derecho humano a la alimentación, se piensa en todas estas aristas”, subrayó una experta en el tema.
Como parte del acuerdo de paz firmado entre el gobierno colombiano y las FARC en 2016, se formuló el programa Cocinas para la Paz, que busca fortalecer el trabajo de cocineras tradicionales e identificar productos de cada región que puedan incluirse en las políticas públicas.
“En cada uno de los territorios vimos qué se produce, en qué temporadas, cómo esto se refleja en el plato de alimentación y cómo desde ahí se pueden empezar a hacer esos cambios y que permitan hacer cambios institucionales. Porque estas guías lo que permiten es entender la diversidad del territorio para hacer propuestas alimentarias que respondan a las necesidades culturales de las comunidades”, comentó una experta en el tema.
El conflicto armado incluso significó la pérdida de alimentos que las comunidades no podían conseguir en la ciudad y que hacían parte fundamental de sus tradiciones culinarias.
“Muchas mujeres y personas que hacen parte del programa Cocinas para la Paz nos cuentan y nos dicen, es que nosotros dejamos de pescar, dejamos de encontrarnos en el río para ir a pescar porque lo que encontrábamos era los cuerpos. ¿Y qué sucedió? Pues ellas mismas empezaron todo un proceso de resistencia, de no perder su río”, detalló
Las mujeres recibieron capacitaciones que les permiten potenciar sus tradiciones.
“Hay alguien que se interesa por estos saberes, hay alguien que está golpeando, como esa gótica de agua, calando, para dar a conocer estos sabores y saberes tradicionales, que lastimosamente se están acabando, pero que este programa viene a despertar esas vibras, a despertar esas emociones, porque yo personalmente lo sentí así”, acentuó la ciudadana.
Cocinas para la Paz beneficia a más de 300 personas en 24 municipios del país, involucrando al Ministerio de Cultura y al Programa Mundial de Alimentos. Para muchos campesinos colombianos, tener una huerta donde sembrar sus productos y un fogón donde prepararlos es tener paz.
Es un sueño que han anhelado durante mucho tiempo y que esta estrategia busca reconstruir, no solo a través del rescate de preparaciones autóctonas, sino también de productos endémicos del país. Así esperan construir la paz en un país que permanece todavía en el conflicto armado.
- Huertas y fogones reviven la memoria en comunidades de Colombia - octubre 13, 2025
- Productores en México temen por el futuro del maíz - octubre 13, 2025
- Alerta sobre el retroceso y fragilidad de los glaciares andinos - octubre 13, 2025