En países donde el Aedes aegypti es endémico se aprende en la escuela a identificar las características del popular “mosquito del dengue”: negro con rayas blancas en las patas y un patrón en forma de lira en el tórax. Pero estas características, que distinguen visiblemente al mosquito del mosquito común, pueden variar. Es el caso del Aedes aegypti var. queenslandensis, su variedad “pálida”, con escamas más claras o blancas en el abdomen y el tórax.
En Brasil, la variedad blanquecina solo se había registrado en el estado de São Paulo en 2020. Ahora, investigadores han presentado los resultados de una recolección realizada a finales de 2024 que, por primera vez, confirma la presencia del Aedes aegypti var. queenslandensis en la Amazonia brasileña.
El informe, publicado en la Revista de la Sociedad Brasileña de Medicina Tropical, muestra que trampas colocadas en un fragmento de bosque urbano en Macapá, al norte del país, del 19 al 24 de diciembre de 2024, capturaron 191 individuos de la variedad pálida, cinco de los cuales presentaban el fenotipo completamente blanco.
Los investigadores aclaran que no se trata de una subespecie, sino de una variación morfológica del mismo mosquito, que, además del dengue, puede transmitir el zika, el chikunguña y la fiebre amarilla. Esto significa que no hay evidencia de un mayor potencial de transmisión de estas enfermedades ni de resistencia a los insecticidas.
Mientras tanto, el hecho de que la variedad pálida sea más común en las regiones cálidas y urbanizadas del Sudeste Asiático, Australia y el Mediterráneo es una señal de alerta.
“Por ser genéticamente indistinguible de la forma típica y cruzarse libremente con ella, no se trata de la aparición de un ‘nuevo vector’, sino de un aumento de la resiliencia de la población al calor y la baja humedad, lo que puede reducir la estacionalidad y ampliar las ventanas de transmisión de los arbovirus”, explicó a SciDev.Net José Ferreira Saraiva, investigador del Instituto de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Amapá (IEPA), quien formó parte del equipo.
El epidemiólogo Paulo Petry, quien no participó en el estudio, coincide: el registro de la variedad pálida de Aedes aegypti debería ser motivo de preocupación, en especial porque enfermedades como el dengue siguen siendo un importante problema de salud pública en Brasil.
De enero a setiembre de 2025, Brasil registró más de 1,6 millones de casos probables de dengue, con 1.665 muertes confirmadas. En el estado de Amapá, donde se realizó la recolección, los casos de dengue aumentaron de 620 en 2023 a 5.071 en 2024.
Vigilancia
Los investigadores creen que la especie pálida del Aedes aegypti podría haber llegado a la región a través del puerto de Santana, a 9,5 kilómetros de donde se colocaron las trampas. Esta ruta ya se ha vinculado con la introducción del Aedes albopictus en 2019.
Por eso, una de las recomendaciones es ampliar la vigilancia entomológica (monitoreo de insectos) en la región.
“La vigilancia epidemiológica se caracteriza por un conjunto de acciones destinadas a identificar y comprender la ocurrencia de alteraciones en los patrones de salud, buscando adoptar medidas de promoción de la salud y control de enfermedades”, explica Petry.
Además de eso, las políticas públicas deben incluir la comunicación sobre la incidencia de esta variedad de mosquito.
“Estas diferencias visuales pueden dar la impresión de que no se trata del Aedes aegypti, por lo que es fundamental comunicar al público que el mosquito del dengue también puede ser blanquecino, y que esta apariencia no lo hace menos peligroso ni indica una especie distinta”, explica Saraiva.
El investigador añade que los grupos de vigilancia también deben estar capacitados para reconocer y registrar correctamente el fenotipo pálido en el campo.
Cambio climático
Aún no existen suficientes estudios que atribuyan la incidencia de la variedad pálida de Aedes aegypti al cambio climático. Actualmente, esta es una relación plausible, según Saraiva.
“Esta forma se asocia a ambientes urbanos cálidos, y su expresión fenotípica (escamas más claras en el abdomen) puede verse modulada por las condiciones ambientales, incluido el clima”, explica.
Sin embargo, ya hay evidencia de que el clima y la urbanización pueden afectar a las poblaciones del Aedes aegypti en su conjunto.
En un estudio publicado en PLOS Neglected Tropical Diseases, investigadores presentaron los resultados de simulaciones que proyectan un aumento significativo de las poblaciones de mosquitos en todo Brasil para 2080, en particular en las regiones sur y sureste.
En un escenario de altas emisiones de gases de efecto invernadero, este aumento podría alcanzar hasta el 92 por ciento en el sureste y el 89 por ciento en el sur.
En el norte de Brasil, este aumento no se observaría, pero por una razón que no deja de ser extremadamente perjudicial: el calor extremo puede superar los límites de tolerancia de los mosquitos.
El estudio avanza en el enfoque tradicional, que solo considera la temperatura y las precipitaciones. “Usamos un modelo biológico que simula el ciclo de vida real del mosquito y luego lo combinamos con proyecciones climáticas futuras y tendencias de urbanización”, explicó a SciDev.Net Katie Heath, investigadora del Instituto Burnet y primera autora del artículo.
Heath resalta que, más que una “ventana al futuro”, el estudio muestra que la mitigación del cambio climático hace la diferencia.
Esto se debe a que, si se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero según los objetivos del Acuerdo de París, el aumento de la densidad de mosquitos disminuiría del 30 por ciento (índice verificado en el escenario de altas emisiones) al 10 por ciento.
“El estudio sirve como hoja de ruta para la preparación local y como recordatorio de que las decisiones climáticas globales que se tomen hoy determinarán el impacto de las enfermedades transmitidas por mosquitos en el futuro”, concluye Heath.
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