Francia.
El sargazo es una alga flotante de color marrón oscuro originaria del mar de los sargazos en el Atlántico Norte. Desde 2011 y durante periodos cada vez más largos, las costas del Caribe, Guyana, América Central, Golfo de México, Costa de Marfil, Benin o Togo resultan invadidas por toneladas de estas algas. Transportadas por las corrientes marinas circulares y empujadas por el viento se amontonan en islas que pueden alcanzar un metro de espesor y varios kilómetros cuadrados hasta llegar a las costas.
La proliferación es tal que se logra verde del espacio. En Altamar, el sargazo crea un verdadero ecosistema donde centenares de especies marinas se desarrollan como peces y tortugas. Estas algas generan problemas una vez que se amontonan en grandes cantidades. En 48 horas se descomponen, liberando ácido sulfhídrico y amoniaco, un gas de olor a huevo podrido que puede afectar el aparato respiratorio de los seres humanos y animales, y a partir de cierto nivel de concentración también afecta a los metales, destruyendo vehículos y ordenadores. Este fenómeno perjudica a la flora y fauna de las costas, modifica el pH del agua, asfixia a los arrecifes de corales y bloquea la luz. También afecta al turismo y a las actividades vinculadas al mar.
Si bien no se conocen específicamente las razones de esta proliferación, los científicos manejan distintas hipótesis: el aumento de la temperatura de la superficie de los mares debido al calentamiento global, el exceso de nutrientes vinculado a la deforestación y a la actividad agrícola en las cuencas del Amazonas, el Mississippi y el Congo, la arena que huela desde el Sahara que contiene hierro y otros minerales.
Por ahora la única forma de luchar contra este flagelo es quitando el sargazo de forma regular en las playas, pero este método es caro e impacta sobre la biodiversidad. También pueden instalarse redes en el agua con el fin de evitar el amontonamiento de estas algas en las playas y poder recogerlas contaminadas con clordecona, un pesticida nocivo para la salud, en las proximidades de las costas caribeñas y con metales duros en particular arsénico, no es posible transformar las algas en fertilizantes. Sin embargo, actualmente se estudian varias pistas para buscar encontrar una vía para revalorizar los sargazos recogidos.
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