Francia.

Después de décadas de entrenamiento, Nikolai Porras estuvo a punto de representar a su país en los Juegos Olímpicos. Tenía el cupo, pero no el dinero para ir a la competencia.

“Pude ser preselección Colombia, pero solo le dieron el apoyo al primero y segundo puesto. Al tercer puesto solo le dieron el aval. Me tocaba conseguir ocho millones en veinte de ellas, y pues no lo logré”, dijo Porras.

Él financia su práctica deportiva dando clases, haciendo ilustraciones y trabajos de carpintería. “Si me pintan una opción, digamos lo así, claro me gustaría mucho y más representar Colombia por lo que somos, hasta donde hemos llegado y la promesa que le hice a mi papá que siempre iba a seguir como tratando de competir hasta donde pudiera y mostrando pues mi estilo, que siempre me crió tratando de ser diferente a los demás”, detalló Porras.

En sus últimas competencias trató de trabajar más horas para poder adquirir mejores implementos, pero la falta de descanso terminó afectando su desempeño. “Si trabajas no entrenas, y si entrenas no trabajas. Si solo entrenas no tienes para comer, para descansar bien, para pagar inscripción del evento, para comprarte tus tenis y tus tablas”, dijo Porras.

Además de la falta de apoyo, los deportistas extremos del país han tenido que luchar contra los prejuicios que tenía el gobierno local y la policía sobre su práctica deportiva. “Hemos sido estigmatizados lógicamente desde esa generación anterior, por cómo nos vestíamos, ropa ancha, gorra, pasamontañas, sacos de capota, corriendo por la calle, saltando andenes, eso generaba una estigmatización de que nosotros éramos delincuentes y cargábamos alguna cosa en las maletas, porque andábamos todos con maletas”, explicó Freddy Ortiz, quien dirige una escuela local de BMX.

Muchos de sus estudiantes sueñan ahora con ser atletas y ganar medallas. “Ya cuando llegamos al tema de los olímpicos es totalmente diferente, ya la perspectiva es que hay un, puede haber una carrera, se profesionaliza nuestro deporte de forma, digamos que ya está profesionalizado, pero se profesionaliza en el, en el, en el ámbito de lo institucional”, contó Ortiz.

El espacio donde entrenan fue construido gracias a su propia gestión y la de sus compañeros, fueron décadas de lucha con el gobierno local. “Como lo que ha sido mi vida, de caída así para volverlo a hacer y yo creo que es en la vida más de uno de nosotros, de guerrear mucho para, para que este deporte salga adelante”, destacó Ortiz.

A pesar de los obstáculos, Nicolai siente que el mejor regalo que le dio su padre fue permitirle ser deportista extremo. “Para mí, personalmente es como liberarme, siento que cuando me monto la patineta, dejó el mundo atrás, soy solo yo y mi patineta”, contó Ortiz.

Estas olimpiadas fueron la primera vez que Colombia contó con atletas en skate y BMX Freestyle. Los deportistas esperan que el país comprenda el potencial que existe y el apoyo que se necesita.